El Perú destaca en diversidad biológica ubicándose entre los tres primeros países en el mundo. Poseemos 84 de las 117 zonas de vida del planeta y 28 de sus 32 climas. Sin embargo, ante tan grande responsabilidad frente al mundo, aún no hemos diseñado políticas que permitan mantener la protección de la misma y aprovecharla para alcanzar un crecimiento sostenido apoyándonos en esta megadiversidad.
Ante las capacidades en recursos naturales que poseemos; escuchando la voz de la historia que nos dice “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, debemos desarrollar un nuevo trazo hacia el futuro que permita que la riqueza que posee nuestro país alcance para todos.
Hablamos de un Perú inclusivo, por lo que debemos tener en cuenta que tenemos 55 pueblos originarios o indígenas y 47 lenguas habladas por 4 MM de personas en la costa, sierra y selva (MINEDU, 2017). En el censo del 2017 (INEI), el 50.8% de los peruanos se declara mestizo, 24% quechua o aymara, 6.2% de raza negra, un 5.3 de raza blanca y 1.4% nativo amazónico.
Hablamos de desarrollo social porque debemos tener en cuenta que la pobreza en el 2020 aumentó en un 9.9%, afectando al 30.1% de la población (INEI,2020).
En el tema educativo, la pandemia nos ha mostrado lo lejos que nos encontramos del mundo globalizado y de la igualdad educativa. En el primer trimestre del 2020, solo el 5.9% de los hogares de la zona rural del país accede a internet y el 7.5% posee computadora (INEI, 2020). Otro dato importante dado por el MINEDU es que el 15% de la población en edad escolar (cifra aproximada), dejaron de estudiar en el 2020 por los efectos de la pandemia.
En tanto, la informalidad, que alcanza al 70% de la población y no permite recaudación para el Estado, carga en pocos el problema de muchos en salud, educación y seguridad.
Las cifras marcan una realidad que nos aleja de la riqueza, sin embargo, también marcan un punto de partida luego de 200 años de vida republicana. Es imperativo elaborar un nuevo camino que involucre una solución particular y articulada a cada uno de los problemas.
En cuanto a educación, buscamos modelos y cambios permanentes, sin embargo, en el nuevo trazo educativo debemos tomar en cuenta nuestra geografía y recursos. Queremos menos pobres en un país de riquezas, proyectemos e invirtamos en infraestructura educativa, en tecnología y calidad. Una prioridad para hacer más inclusiva la educación es formar ciudadanos globales y competitivos.
Necesitamos recursos económicos para mejorar la situación social, en esto podemos ingresar a un círculo vicioso o virtuoso, generando una plataforma que permita las inversiones y el empleo o de lo contrario lo ahuyente. La recaudación del Estado llega por la empresa formal y de sus trabajadores, eso debe entenderlo el gobierno. La informalidad llega por falta de capacidades para enfrentar a la economía, tenemos que dar soluciones escalonadas, tenemos una ley laboral vigente desde agosto de 2017, conformada por 136 normas de aproximadamente 1400 páginas y más de 2000 artículos, no podemos pedirle a un informal que la comprenda y aplique.
El fortalecimiento institucional es una de las prioridades para caminar hacia los próximos 300 años de un Perú sostenible, la corrupción es un flagelo que ha minado el progreso en un país que ha contado con recursos para mejorar infraestructura y desarrollo social.
Hagamos un análisis de las reales necesidades del Perú para crecer y ser viable para todos, países como China, Corea, Singapur, hace cuarenta años, se debatían en la pobreza y hoy son naciones prósperas. Ellos no tenían los recursos que tiene el Perú.
Artículo publicado en la revista Stakeholders 25/11/21