Hace unos meses falleció el filósofo español Antonio Escohotado, autor de innumerables libros, muchos de ellos de carácter exploratorio y, por eso mismo, cuidadosamente cuestionadores. Sin embargo, dentro de su abultada bibliografía, destacan los tres volúmenes monumentales de “Los enemigos del comercio”, quizás su obra que alcanzará mayores repercusiones a futuro.
Cuando falleció Antonio Escohotado el 21 de noviembre de 2021, en su adorada Ibiza, a los ochenta años, ya había experimentado lo que poco intelectuales pueden alcanzar en vida: el respeto y reconocimiento unánime de la crítica, de los lectores y del público interesando. Una celebridad muy merecida, sustentada tanto en sus aportes exclusivamente académicos como en su labor de divulgador de ideas a públicos más amplios. Es decir, superando el espacio universitario y adentrándose plenamente en la labor ex cathedra. De ahí la repercusión de “Historia general de las drogas”, de 1989 y, en el siglo XXI, “Los enemigos del comercio”, obra en tres tomos, publicados entre 2008 y 2017.
El tema central de “Los enemigos del comercio” es la lucha que ha habido a lo largo de la historia entre quienes buscan que el intercambio de bienes, de servicios y de conocimientos se desarrolle con la menor interferencia y la mayor libertad posible y aquellos que han impuesto una serie de interferencias y prohibiciones para que ese libre intercambio no se lleve a cabo. Según Escohotado, los periodos de mayor bienestar material y de desarrollo intelectual están relacionados a los momentos de mayor libertad de comercio y la menor cantidad de regulaciones y limitaciones. Sin embargo, si hay tantas evidencias que demuestran que las libertades de intercambio de bienes, de servicios y de ideas, son enormemente beneficiosas para las personas y las sociedades, ¿por qué han tenido tantos enemigos? La razón principal es que el sistema de libres intercambios ocasiona desigualdades de diverso tipo y un aparente desorden. Para ello, desde la antigüedad, los “enemigos del comercio” han buscado imponer un régimen de máximas regulaciones, creyendo, con ello, que se logra una mayor igualdad y orden fáctico. Pero la paradoja descubierta por la “Escuela Austriaca”, indica que las prohibiciones al libre intercambio generan mayor miseria material y limitan la evolución de las ideas.
Por otro lado, según Escohotado, el dirigismo controlador de los “enemigos del comercio” (castas sacerdotales, burocráticas y mercantilistas) va adormeciendo la creatividad, la innovación, la osadía y el atrevimiento que hay en las sociedades y reducen las posibilidades de la evolución humana. En suma, entre otras cosas, los “enemigos del comercio” actúan como fuerzas castrantes de la libertad y todo lo que ella puede hacer y realizar. De ahí que los siguientes pasos de los “enemigos del comercio” sea la aniquilación gradual del libre albedrío: el totalitarismo.
Ciertamente esta obra de Escohotado se encuentra dentro de una tradición de pensamiento que en líneas generales se podría llamar “liberal”. Pero no se queda solo en ella. Pues el filósofo mallorqués fue lo suficientemente culto e inteligente como para comprender que la evolución de todas las ideas, incluyendo las ideas políticas, son producto de la confrontación entre diversos horizontes. Y que esa lucha de concepciones de la vida es importante e inevitable dada la condición para la libertad del ser humano.
Es evidente que tras la lectura de “Los enemigos de el comercio”, se formen en nosotros una serie de inquietudes referidas a las intervenciones estatales. Incluyendo a las que tienen que ver con la formación de ideas y conocimientos. Bajo el pretexto de “mejorar” la calidad de investigación académica, se establecen alianzas regulatorias entre agencias gubernamentales y editoriales científicas monopólicas, sin tomar en cuenta que esa aparente búsqueda de “mejoría” ocasiona desaliento, asfixia, adormecimiento crítico y la burocratización perversa del saber, pues quiebra el principio de libre formación del conocimiento, sustituyendo al lector libre por el “censor” burocrático o el editor corporativo. Así, la creación académica actúa determinada por razones impositivas externas y sin motivaciones autónomas. A la larga, “Los enemigos del comercio”, también serían enemigos de las ideas, pues el exceso de regulaciones estatales y las hegemonías monopólicas, reducirían la velocidad de la formación del saber y la evolución del mismo. La obra de Escohotado es una invitación a reflexionar desde la raíz.
Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe
Sobre el autor:
Ricardo L. Falla Carrillo
Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM