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22 febrero, 2022

[Artículo RPP] Ricardo L. Falla: El valor y el poder de las revisiones

Hace noventa años falleció Eduard Bernstein, unos los teóricos más influyentes de la socialdemocracia, cuyas ideas tuvieron una gran importancia en el debate político del siglo XX y sentaron unas de las bases reflexivas de las denominadas “políticas de bienestar”. Revisar una parte de su legado resulta formativo e interesante.

Cuando leemos la obra de Eduard Bernstein (1850-1932) y tomamos conocimiento del contexto en el que se formaron sus ideas, caemos en la cuenta del intenso debate intelectual, científico político y filosófico político de la segunda mitad del siglo XIX. Una época en la que se estaban consolidando dos de los procesos identificatorios de la modernidad: los estados nacionales y el sistema capitalista global. En aquel marco, las diversas corrientes ideológicas, surgidas de la creciente secularización de la política (liberalismo, socialismo, conservadurismo y nacionalismo), manifestaban tensiones entre sí, en la medida que representaban a los intereses de los diversos grupos sociales. En dicho entrecruzamiento conflictivo, se fue configurado la agenda política, económica y social de los siguientes dos siglos. De ahí que no debiera extrañarnos que varios de los temas que aún se tratan en los debates actuales, hayan tenido su origen en aquella época.

Eduard Bernstein es reconocido en la historia de las ideas políticas por haber sometido al marxismo clásico a una exhaustiva crítica desarrollada al interior de la “cosmovisión socialista”. Miembro del Partido Socialdemócrata alemán, fundado en 1863, fue perseguido por las políticas antisocialistas de Otto Von Bismark y fue obligado a autoexiliarse, primero en Suiza y, luego, en Inglaterra. Estando en Londres conoció a Karl Marx en sus últimos años de vida y a Friedrich Engels. Sobre las relaciones que tuvo con los dos fundadores del llamado “socialismo científico”, se ha escrito muchísimo. También sobre sus discrepancias y acercamientos. Lo que queda claro es que tanto Marx, Engels y, luego, Lenin, lo consideraron un político “revisionista” o “renegado” del socialismo. Es decir, alguien que ponía en revisión las tesis fundamentales del marxismo clásico.

Bernstein publicó varios libros a lo largo de su dilatada vida, sobresaliendo dos textos: Socialismo evolucionista (1909) y Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia (1899). Para el político y pensador judío alemán, el capitalismo, lejos de colapsar y de crear las condiciones para una inminente revolución proletaria a escala mundial, como creían Marx y Engels, también sufría una serie de mutaciones, sobre todo en el ámbito de conocimiento económico. Marx había realizado su análisis sobre el funcionamiento del sistema capitalista, centrado en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo XIX, sin considerar la evolución de la investigación científico económica de las siguientes décadas. Este desconocimiento no le permitía entender (a Marx) que el capitalismo estaba incorporando nuevos saberes que le posibilitaban evolución. Asimismo, Bernstein observó que los estados habían realizado algunas reformas sociales a favor de la “clase obrera” en la medida que se estaba tomando conciencia que al sistema económico no le “convenía” fomentar una inmensa masa social en condiciones paupérrimas ¿Cuál era, entonces, la “misión” de la socialdemocracia? Acelerar, desde la participación democrática, la reducción de las desigualdades sociales a favor de un mayor bienestar material de los trabajadores, renunciado a la “vía violenta” (por razones éticas).

Bernstein también consideró que el mundo social era más vasto y complejo de lo que había considerado el socialismo clásico. Y que una “dictadura del proletariado”, como tránsito a una sociedad comunista, era peligrosa para el mismo “pueblo”. Pues, sin libertades democráticas, las sociedades no pueden identificar sus errores en la medida que se inhiben los canales críticos de participación. De ahí que la mejoría de las condiciones de vida de los trabajadores era posible bajo un sistema político que permite el ejercicio de las libertades personales y un sistema económico que reduzca las desigualdades sociales de forma sostenible. La socialdemocracia fue y es la evolución crítica del mismo socialismo y, Bernstein, su mayor teórico.

Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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