Para celebrar los 70 años de El Dominical de El Comercio, el espacio cultural más antiguo de la prensa peruana, se organizó una mesa de diálogo con renombrados intelectuales, entre los que participaron Adriana Urrutia, docente de la carrera de Ciencia Política y Gonzalo Gamio, docente de la carrera de Filosofía de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), junto a Francisco Miró Quesada Rada y Miguel Giusti. Se reunieron para conversar sobre la coyuntura, los valores democráticos y la importancia del intercambio de ideas en tiempos de polarización.
—¿Qué se ha perdido en el debate público y mediático en cuanto a ideas?
Gonzalo Gamio: La esfera de la opinión pública se define como tal desde el siglo XVIII, y se caracteriza por propiciar espacios de intercambio de ideas. Los medios de comunicación preservaron este legado por mucho tiempo, pero parece que en la actualidad lo han dejado de lado para optar por la noticia que vende, que impacta, y ya no tanto por la difusión de argumentos que puedan influir en la formación de ciudadanos. La mayoría de medios vive en una suerte de invierno intelectual. Tenemos la clase política más mediocre de las últimas décadas y un periodismo capturado por la coyuntura. Las redes sociales son espacios de socialización donde el público puede debatir con los autores que tienen voz en los medios, y esa es una fortaleza que aún no hemos explotado adecuadamente.
Adriana Urrutia: Los medios de comunicación son espacios para generar comunidad, pues permiten hacer pública la idea del propósito compartido. Es decir, pueden mostrarle a un país sus problemas comunes, los diagnósticos sobre ellos y un conjunto de principios a los que podemos acudir para buscar soluciones. Creo que hoy no están claros cuáles son los problemas que compartimos como país y tampoco están claras las ideas fundamentales sobre las que estamos de acuerdo para buscar soluciones. Eso hace que en el Perú sea difícil hablar de nación. La nación peruana no existe y nunca existió, no somos una comunidad ni tenemos una identidad nacional. En ese sentido, creo que no hemos logrado reconocernos, y eso hace difícil que en nuestro país las ideas sean una moneda corriente para vincularnos. Hoy en día dos de cada tres jóvenes no acceden a la educación superior, por lo que es difícil que ingresen o prioricen el espacio de las ideas. Entonces, creo que la pregunta es qué haríamos para democratizar o redemocratizar los espacios de ideas y debate.
—Lo que ha pasado en el país los últimos años hace necesario que reflexionemos sobre la importancia de los valores democráticos. ¿Los hemos dejado de lado? ¿Dónde quedan en la coyuntura en la que vivimos?
Gonzalo Gamio: Tras recuperar la democracia, en el Perú hubo años de cierta estabilidad política y económica, pero sin inclusión de los sectores más vulnerables. En nuestro país no hay partidos políticos, como han demostrado los politólogos a lo largo del tiempo, pues ya no se apuesta por una idea o por capacidades políticas, sino por inversiones y capacidades de financiamiento de campañas, sin contar las mafias que entran por esas rendijas. Los cuadros políticos son intelectual y moralmente precarios, y hay un circuito de corrupción, tanto en la derecha como en la izquierda, que genera una crisis de representación muy honda. No hay una agenda democrática en absoluto. Por supuesto que todos van a decir que son demócratas. Hasta las sociedades totalitarias de antaño lo decían. Pero lo cierto es que poco podemos esperar de nuestra clase política. Los cambios deben gestarse desde la sociedad civil, las universidades, por ejemplo. Lo que tenemos en el Perú es una ausencia de proyecto común, pero la única forma de que la comunidad política sea viable es construyendo un proyecto común. Yo recuerdo las palabras del Dr. Francisco Miró Quesada Cantuarias cuando le hicieron la pregunta de Zavalita, “¿cuándo se jodió el Perú?”. Él dijo: “El Perú nació jodido”. Y tenía razón.
Adriana Urrutia: Creo que es muy importante señalar que sí hubo un retorno formal a la democracia; sin embargo, no hay una traducción a una democracia real. Como decía Gonzalo, tenemos la etapa de estabilidad económica que hemos alabado tanto en el debate público; sin embargo, también tenemos 70% de informalidad en el país. Este debería ser un momento para mirarnos y reconocer las grietas que están pendientes de sanar. Acabamos de perder la categoría de democracia en la medición de “The Economist”, hemos pasado a ser un régimen híbrido, uno de cada tres peruanos aceptaría un golpe de Estado, hay un debate público sobre si estamos en una dictadura… El tema está en que nuestras prácticas no son completamente democráticas. Nos cuesta diseñar mecanismos plurales para situaciones macro y para nuestras prácticas cotidianas. Falta volver a confiar en la representación pública y en la democracia.
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