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10 junio, 2024

Joseph Dager: “La situación actual se compara con los noventa, cuando el Estado fue cooptado por mafiosos”

El Dr. Joseph Dager, vicerrector académico de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), fue entrevistado por La República sobre los principales temas de la coyuntura política nacional. El también historiador y docente fue muy enfático al indicar que la presidenta Dina Boluarte será recordada por los cincuenta muertos y como una presidenta débil, a la que el Congreso maneja.

-Gobierno y Congreso son muy impopulares, pero las movilizaciones civiles no son muy fuertes. ¿Cómo llegamos a eso?

No se ve gran movimiento social especialmente en Lima. Sin embargo, en el primer año de Boluarte, hubo más de 1.000 movimientos sociales, sobre todo en provincias: es un récord. La gente sí está expresando su descontento en regiones, de modo focalizado y sin liderazgo que las aglutine. Además, los 50 muertos de las protestas no son poca cosa: para salir a marchar ahora se piensa dos veces. Esas marchas representan cosas pocas veces vistas en la historia del Perú: por momentos hubo 20 regiones protestando. No fructificaron en Lima y líderes limeños vieron posibles infiltrados, algunos acusándolos de “terrucos”. No empatizaron con esa protesta porque lo que pretendía era diferente a lo que se quería más en Lima.

¿Es por ese divorcio entre Lima y las regiones que se agudizó en las elecciones del 2021?

Creo que sí. Seguimos sin completa integración. Es clara la oposición de sur andino y Lima y viene probablemente desde casi la Independencia, si vemos la Confederación Perú-Boliviana. En el 2021, se agudiza. Una reflexión: lo fuerte del símbolo para nuestro país, integración, ir superando brechas al menos mentales, de que el presidente del Bicentenario sea un maestro de origen rural y campesino. Un sector fuerte de la población y el Congreso lo quiso vacar desde el día siguiente de elegido. Inventaron un fraude y se lo achacaron a las poblaciones más alejadas. El propio Pedro Castillo no fue capaz de asumir el símbolo y se rodeó de pirañas, pero el conjunto político tampoco lo quiso aceptar. Si se le prueba corrupción, merece todo el peso de la ley, pero los primeros intentos de sacarlo se explican porque una parte de la población, que más posibilidad tiene de hacer sentir su voz, no quería identificarse con un campesino maestro rural que hablaba mal como presidente.

-¿Las grandes taras de nuestra historia –desintegración, discriminación, corrupción– nos explotaron en la cara en el Bicentenario?

Efectivamente. Es chocante, porque más o menos entre el 2001 y el 2016 teníamos una república que más o menos funcionaba: los presidentes terminaban su mandato, más o menos había división de poderes, había crecimiento económico, el Estado había comenzado a tomar en serio su posición de regulador y líder de políticas sociales. Y de repente comienzan a salir denuncias de Lava Jato, y en lo político comienza a desmantelarse todo desde el 2016 con PPK y un Congreso de 73 fujimoristas que no quisieron facilitar la gobernanza y la posibilidad de continuar en esa saga de estabilidad política y crecimiento económico.

-Bajo el avance, la desigualdad persistía y había Lava Jato.

Así es. En corrupción, no logramos asumir la terrible lección que significaron los noventa para el Perú. Con todo, en los noventa el Estado fue tomado por una banda de mafiosos. A diferencia de Odebrecht, no fue un agente externo al Estado el que lo corrompía, sino que la corrupción es sistémica, de dentro: es el Estado el que sale a la sociedad a corromper a medios de comunicación, empresarios, congresistas. Es un Estado esencialmente corrupto. Lo que pasa hoy puede compararse más con aquella situación de los noventa que con Odebrecht o con lo que veníamos viviendo después de los 2000.

-¿La juventud está dormida?

Creo que la juventud está empezando a despertar. Estamos en un momento complicado. Según las cifras del INEI (Instituto Nacional de Estadística), la pobreza y la pobreza extrema han aumentado. Hay un 31% de nuestra población que no puede perder dos o tres horas en marchas, que tiene que estar en el día a día trabajando, y buena parte de nuestra juventud estudia y trabaja. Esa situación y las muertes no favorecen a que esta juventud termine de despertar. Sin embargo, yo tengo esperanzas que eso sucederá.

-¿Hay algún momento de nuestra historia que nos ayuda a entender la crisis actual?

Lo compararía mucho con los noventa: un Estado cooptado por mafiosos, que beneficia intereses personales, con vocación autoritaria, que pretende controlar medios de comunicación y ha controlado los medios estatales, el IRTP (Instituto Nacional de Radio y Televisión). En eso se parece a los noventa, período en que la población tampoco reaccionaba demasiado. Nos diferencia que en los noventa teníamos aún algunos liderazgos de oposición que mantenían alguna credibilidad. Nos falta nuevo discurso, nuevos liderazgos, como outsiders, pero en buen sentido: gente que entienda la política como bien común, dialogar, políticas públicas que beneficien al país. Ya no debemos pensar en outsiders completamente fuera del espectro de la cosa pública.

-Boluarte es la primera presidenta mujer. ¿Cómo pasará a la historia?

De un modo muy penoso. Si el símbolo del presidente de origen rural y campesino era muy potente, terminada esa presidencia por las razones que fuera, que lo sucediese una mujer también de origen provinciano quechuahablante era otro símbolo y no hemos podido aprovechar. Que nuestra primera presidenta mujer sea en el contexto del Bicentenario desde el punto de vista histórico, sociológico, simbólico, hubiese sido una gran cosa para el país. Lamentablemente, va a pasar a la historia como una presidencia recordada por los asesinatos, con una presidencia que en tanto débil termina no solo asociándose al Congreso sino siendo manejada por él con el propósito de durar hasta cuando pueda, y que termina gobernando con quienes perdieron las elecciones.

¿Qué representa la memoria para este gobierno?

Este es un gobierno en muchos casos negacionista. Como es aliado de corrientes de pensamiento de derecha radical que no están dispuestos a dispuestos a aceptar que en nuestro país han sucedido cosas terribles, se termina convirtiendo en un gobierno negacionista, es decir, que no valora la memoria. Estoy refiriéndome sobre todo a temas como el conflicto armado interno, a temas como los crímenes de lesa humanidad, que el Congreso quiere eliminar y no escuchamos al Ejecutivo oponerse, pero eso tiene también una implicancia en cómo entendemos la memoria y en el valor que damos a los documentos y a las instituciones que resguardan y protegen esas memorias. El nulo valor que este gobierno da al Archivo General de la Nación y también al IRTP, que tiene un archivo valiosísimo, es muestra su poca valoración a lo que es la memoria del país. El Archivo General de la Nación, además de conservar toda esta valiosísima documentación colonial y de conservar los documentos más antiguos del América del Sur, conserva principalmente la memoria del Estado peruano.

¿Qué salidas posibles le ves a la crisis política actual?

Es casi insostenible pensar que vamos a poder llegar hasta el 2026. He hecho llamados a esta coalición gobernante, desde mi esquina, para un adelanto de elecciones. Lo mejor sería que este adelanto de elecciones sea dirigido por la misma Boluarte. No necesariamente una vacancia o renuncia, sino que ella misma convoque un adelanto de elecciones en los próximos seis meses y que ella conduzca estos seis meses. Esos seis meses yo pediría un gabinete de amplia base, un gabinete cuyo premier no sea ninguno de los ministros que está ahora en el gabinete, que sea un gabinete de transición como probablemente debió ser este gobierno. Este gobierno comienza con el pie equivocado, jurando hasta el 2026, cuando debió ser un gobierno de transición. Lo primero que tenemos que hacer es un adelanto de elecciones porque es, digamos, poco sostenible que un gobierno con el 4.5% de popularidad y un Congreso con el 6 puedan llegar hasta el 2026. Un adelanto de elecciones convocadas para los próximos seis, siete u ocho meses, dirigidos por la propia presidenta Boluarte, pero con un gabinete completamente distinto del que tenemos ahora, con un primer ministro muy fuerte que realmente asegure un gabinete de transición. Y ojalá que en esos meses podamos dar marcha atrás a ciertas contrarreformas electorales y políticas que se han dado en este en este periodo congresal. Esto último dudo que sea posible, pero en todo caso ponernos como un objetivo país que tenemos que salir de este entrampamiento en el que estamos, que tenemos una presidenta que no gobierna y que tenemos un congreso que se cree no solo el primer poder del Estado, que no lo debe ser, sino que además se cree el gobernante. Tenemos que salir de ese entrampamiento. Y quisiera también con ese gesto de la Presidenta, ella hace algunos una semana nos llamó a que todos tengamos un gesto, que hagamos un gobierno de unidad nacional. Bueno, eso yo creo que podría ser si es que ella hace el primer gesto de convocar a elecciones, de adelantar en elecciones con un gabinete con las características que acabo de decir. Creo que eso podría despertar muchas esperanzas, podríamos ver a jóvenes organizándose en colectivos que podrían estar apoyando también a nuevos partidos y a nuevos liderazgos que nos permitirían empezar a salir de esto, pero lo más importante… es que tenemos que ayudar a la ciudadanía que tome conciencia que este, a pesar de que los hemos tenido muy malos, este sin duda es el peor Congreso que hemos tenido en nuestra historia y este tiempo del gobierno de Boluarte es uno de los peores gobiernos que hemos tenido en nuestra historia y por eso todos tenemos que darles una lección a estos políticos que es no votar por ellos, por estos no.

La entrevista completa en La República 10-06-2024

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