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3 julio, 2024

[Artículo RPP] Alonso Cárdenas ¿Cómo se explica el auge de la extrema derecha en Francia?

Es un proceso multicausal que inició hace décadas, alimentado por la inoperancia de los diferentes gobiernos socialdemócratas, que no han sabido satisfacer las necesidades cotidianas del común de los ciudadanos ¿Es factible que este fenómeno no sea exclusivo de Francia?

En octubre de 1972 se constituye formalmente el Frente Nacional (FN), partido político francés calificado como de extrema derecha por la Ciencia Política de dicho país. Su fundador fue Jean-Marie Le Pen, veterano de la guerra de Argelia. Otras figuras destacadas fueron Víctor Barthélemy y André Dufraisse, siendo estos las cabezas más visibles del Partido Popular Francés, organización pro nazi con fuertes vínculos con las Waffen-SS.

Bajo el liderazgo de Jean-Marie, el FN tuvo dos grandes batacazos a nivel político. El primero se dio en el año 2002, cuando el citado candidato alcanza la segunda vuelta presidencial. En aquel ballottage, Le Pen pierde contra Jacques Chirac por un amplísimo margen de 17% vs 82%.  El segundo batacazo tuvo lugar el 2003, cuando el FN logra la no aprobación del referéndum sobre la Constitución Europea, lo que significó la muerte de dicho proyecto.

En enero del 2011, Jean-Marie dejó el liderazgo de su agrupación a su hija Marine, ​ que desde entonces ha implementado una estrategia de “desdemonización” o mejoramiento de la imagen del partido, con auspiciosos resultados.

¿Qué factores han contribuido con el auge de la extrema derecha francesa? Podemos destacar los siguientes: el primero son las sucesivas crisis económicas.  El colapso del sector industrial a mediados de la década de los 80 produjo una severa afectación en el empleo, lo que llevó a muchos trabajadores a apoyar al FN, partido con posturas muy críticas hacia la globalización y la deslocalización. De igual forma, la crisis financiera del año del 2008 volvió a incrementar la ira y la decepción de los ciudadanos con su clase política, fortaleciendo el discurso anti establishment del FN.

Segundo, la postura antiinmigrante, especialmente aquella originaria de países africanos y árabes. El partido se presenta como el abanderado que combatirá las prácticas islamistas, por ser incompatibles con los pilares que sostienen a la República. Sobre este punto, los ataques terroristas contra el semanario Charlie Hebdo, el tiroteo en la sala de conciertos Bataclan en 2015, y el atropello masivo acontecido en Niza el año 2016, fueron todos reivindicados por organizaciones yihadistas, lo que ha fortalecido este discurso. A su vez, las recientes políticas del gobierno de Macron han normalizado los postulados de Le Pen.

Tercero, las políticas progresistas que promueven la igualdad de género y los derechos de la ciudadanía LGTB. En relación con este aspecto, los votantes más conservadores cada vez dan más preferencia al partido de Le Pen, que se autoerige como el defensor de los valores más tradicionales y pro familia. La reciente reforma que convierte al  país europeo en el primer país del mundo en proteger el derecho al aborto en su Constitución, ha radicalizado al conservadurismo bajo el paraguas de Le Pen.

Cuarto, el Frente Nacional, rebautizado como Agrupación Nacional (AN),  también ha prácticamente monopolizado el descontento con la Unión Europea. En tal sentido, es importante recordar que el 2017 Le Pen propuso un referéndum para abandonar el bloque comunitario. Si bien es cierto que el “frexit” ya no aparece formalmente en su programa, muchas de las posturas de AN son incompatibles con los tratados europeos. De igual forma, esta formación política ha sabido canalizar el descontento existente con Bruselas en sectores vitales para la economía gala, como el agrícola.

Quinto, la gestión de Emmanuel Macron. Si bien es cierto que el actual mandatario derrotó dos veces a Le Pen en las elecciones presidenciales de 2017 y 2022, su desempeño ha sido calificado por diversos analistas como soberbio, cercano a las élites y alejado de los problemas cotidianos del ciudadano promedio. A su vez, su liderazgo se ha visto en entredicho al momento de enfrentar los graves hechos políticos que sacudieron al país. Su manejo errático de la crisis de los chalecos amarillos, sus prácticas poco democráticas durante la convulsión de la reforma del sistema de pensiones y su falta de reacción para enfrentar el estallido social acontecido por el asesinato del adolescente Nahel, pusieron en jaque su capacidad de mando, afectando gravemente su imagen, contribuyendo así  con la popularidad de AN. Sus recientes declaraciones sobre el envío de tropas francesas a suelo ucraniano han sido hábilmente utilizadas por Le Pen, señalando que el presidente busca una guerra directa con Rusia.

A manera de conclusión, podemos señalar que el auge de la extrema derecha en Francia no es un fenómeno ni fortuito ni reciente. Por el contrario,  es un proceso multicausal que se viene cocinando durante décadas, alimentado por la inoperancia de los diferentes gobiernos socialdemócratas, que no han sabido satisfacer las necesidades cotidianas del común de los ciudadanos. Es factible que este fenómeno no sea exclusivo de Francia y que lo veamos en otros países, tanto en el viejo continente como en otras partes del mundo.

Lea la columna del autor en Rpp.pe

Sobre el autor:

Alonso Cárdenas

Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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