Las niñas, niños y adolescentes que han vivido en situación de calle necesitan una atención particular y para ello urge rediseñar el modelo de atención. Es necesario diferenciar a las poblaciones según su condición.
El 2 de agosto Carlos (16 años) fue brutalmente agredido por un efectivo policial en el distrito de Comas cuando compartía alimentos con otros adolescentes en situación de calle, luego lo ingresaron en un vehículo para dejarlo a unas pocas cuadras con la advertencia: ¡No te quiero volver a ver! Son miles las niñas, niños y adolescentes que viven en las calles y padecen situaciones similares porque sus familias no pueden cuidarlos ni protegerlos debido a la violencia intrafamiliar, carencias extremas, orfandad, progenitores en cárcel o con problemas de salud mental como en el caso de la familia de Carlos ¿Qué hacer? ¿Cómo quedan sus derechos?
Carlos fue atendido en primera instancia por Sinergia por la Infancia, una organización de la sociedad civil que desarrolla programas de apoyo a población en calle, quienes le brindaron acogida, curaron sus heridas y lo acompañaron en la denuncia. No obstante, cuando el caso se dio a conocer, intervino el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables como corresponde a través de la Unidad de Protección Especial de Lima Norte – Callao y según los protocolos procedieron a la atención respectiva. A la fecha, Carlos se encuentra en uno de los Centros de Atención Residencial del INABIF. Lo que esperamos es que sus derechos sean restituidos, se reintegre al sistema educativo, se fortalezca emocionalmente, acceda a servicios de salud y a la justicia, cuando la fiscalía identifique al agresor y sea sancionado ¿Será suficiente para que Carlos pueda salir adelante con un proyecto de vida propio?
Nacer y crecer en familia debiera ser tan natural como respirar, pero no todas las niñas y niños gozan de ese derecho, en miles de casos las familias necesitan contar con el apoyo del Estado para salir adelante y proveer lo necesario a sus hijas e hijos y así puedan permanecer a su lado, en otras palabras, no basta la obligatoriedad que emana de la maternidad o paternidad para asegurar el bienestar de las hijas e hijos, requieren el soporte integral que les permita cumplir con sus deberes: atención en salud a los miembros de la familia, ingresos económicos suficientes, acompañamiento y consejería para todos los miembros del hogar y viviendas dignas, porque el internamiento o la llamada institucionalización de las niñas, niños y adolescentes por parte el Estado debiera ser la última medida a tomar.
De ser inevitable la separación de la familia, es necesario diferenciar a las poblaciones según su condición. Las niñas, niños y adolescentes que han vivido en situación de calle necesitan una atención particular y para ello urge rediseñar el modelo de atención. El caso de Carlos puede convocar nuevamente a organizaciones de la sociedad civil como Generación, Sinergia por la Infancia y otras, a un diálogo con el INABIF para introducir una mirada integral, porque a ellas y ellos SÍ los debemos ver, sentir, cuidar y proveer de lo necesario para que tengan la oportunidad de soñar, recomponer el vínculo familiar, estudiar, trabajar y crecer con ternura.
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Sobre el autor:
Rossana Mendoza Zapata
Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya