Reconocer el devenir de las tendencias políticas, no es una tarea fácil. Más aún cuando hemos observado una persistente tendencia apolítica en las últimas décadas. En ese sentido, es importante hacer algunas anotaciones, en clave histórica, de las tendencias ideológicas en nuestro medio.
Al releer "La izquierda peruana” (1981) de Ricardo Letts llama la atención, entre otras cosas, las denominaciones, en clave histórica, sobre las diversas agrupaciones políticas de la izquierda peruana. El autor bautizaba a cada conformación partidaria con nombres como "constelación comunista", "galaxia de Vanguardia Revolucionaria" y "nebulosa trotskista", evidenciándose una clara tendencia a la fragmentación.
La conclusión de Letts era bastante optimista sobre el lugar de la izquierda en el Perú, más allá de sus constantes atomizaciones. Sobre todo, porque era un convencido que la unión de las izquierdas podía conducirlas a un eventual triunfo. Esta unidad se materializó con la Izquierda Unida, fundada en 1980, que obtuvo resultados importantes en las elecciones municipales de 1983 y, luego, en las generales de 1985, cuando su votación alcanzó a una tercera parte del electorado peruano.
Aquellas izquierdas, retratadas por Letts, no acusaban recibo del progresismo liberal, ni de las ONG de diversa motivación. Se situaba vinculada a sus orígenes ideológicos marxistas, pero adaptados a las características de cada agrupación. Por ello, encontrábamos marxistas leninistas, marxistas estalinistas, marxistas maoístas, etc. O, cercanos a partidos comunistas de otros países: pro soviéticos, pro chinos, pro albaneses, pro rumanos, pro cubanos, etc. En suma, la izquierda de hace cuarenta años, era una conformación variopinta, unida por su filiación marxista y reconociendo a Mariátegui como un elemento articulador local.
Sin embargo, a fines de la década de 1980, en el apogeo de la guerra interna, causada por la subversión senderista y emerretista, y al término de los regímenes socialistas de Europa, la Izquierda Unida se rompió. Parece ser que, a lo largo de esa década, las tensiones entre las izquierdas de orígenes populares y las izquierdas de génesis mesocráticas, llegaron al clímax rupturista. Finalmente, para las elecciones de 1990, compitieron dos agrupaciones de izquierdas: la Izquierda Unida y la Izquierda Socialista. Juntas, llegaron al 12 %. Su masa electoral se había trasladado hacia Cambio 90, el movimiento que llevó a Alberto Fujimori a su primer gobierno.
Durante la década de 1990, las izquierdas ocuparon un papel marginal por razones obvias. El triunfo del ideal librecambista se encontraba en toda su magnitud. Sin embargo, durante el gobierno de Fujimori, las izquierdas experimentaron una mutación hacia un perfil nacionalista e identitario, como oposición al proyecto globalista neoconservador que encarnaba Fujimori en el Perú. Se observó una creciente fusión entre el marxismo genérico, mariateguiano, con la "narrativa" identitaria andinista, persistente desde inicios del siglo XX. De ahí que a comienzos de los años dos mil, algunas agrupaciones de izquierdas buscaran amparo en el experimento latinoamericanista (“socialismo del siglo XXI") que se llevaba a cabo en Venezuela y en otros países de la región. En ese contexto, las izquierdas se sumaron a la alianza que postuló a Ollanta Humala en el 2006 y en el 2011.
Junto a esa izquierda “bolivariana”, surgieron otras manifestaciones de la izquierda, como la liberal progresista, fuertemente influenciada por el progresismo demócrata norteamericano y la “nueva socialdemocracia” europea (la tercera vía de Giddens, Blair y Schroeder). En el plano de las ideas, esta nueva izquierda, acusó recibo de la teoría crítica, de los estudios de género y del pensamiento postmoderno, surgiendo mutaciones que aún se están desarrollando. De ahí que asistamos a formas de ser y hacer "izquierdas" diferenciadas de las izquierdas tradicionales (socialistas y comunistas) del siglo XX.
Por estas razones (y otras) le es tan difícil a las derechas peruanas reconocer a las izquierdas actuales. Porque la izquierda progresista liberal, al no ser marxista, ha tenido un espacio activo en el estado en los últimos 20 años, y ha impulsado una agenda ideológica que supo adaptarse a la hegemonía de la tecnocracia estatal. Así, consignamos cuatro izquierdas: liberal progresista (algunos llaman "posmoderna"), la izquierda latinoamericanista bolivariana, la marxista histórica y diversas formaciones etnoidentitarias de la izquierda. Por ello, si para las izquierdas peruanas ya es difícil reconocerse entre sí, para las derechas ese reconocimiento exterior es imposible. De ahí que las derechas evidencien cierta incapacidad para distinguir los diversos planos de sus adversarios seculares.
Este año, según todos los sondeos, las llamadas "izquierdas" (las tres que compiten), no sumarían más del 15 % del electorado. Si esta tendencia se mantiene, sería una derrota -más- para todas las izquierdas. Si logran ganar (bastante improbable), no sabríamos bien cómo situar a tal gobierno. Las izquierdas peruanas han ido sumando tendencias dentro de sí, sin capacidad de digerir su propia historia. De pronto, les ayudaría conocer su devenir para extraer conocimientos objetivos de su propia experiencia.
Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe
Sobre el autor:
Ricardo L. Falla Carrillo
Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM