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3 febrero, 2021

[Artículo RPP] Mario Granda: ¿Y cuántos libros digitales ha leído usted? ¿Yo? Ninguno.

No es necesario esperar a momentos críticos como los que vivimos para empezar a pensar en otras alternativas para la lectura.

En un país con un mercado editorial todavía pequeño como el nuestro, el debate sobre las diferencias entre los libros impresos y los libros digitales –un debate que existe ya hace unos quince años– no llega muy lejos ni ocupa las primeras planas de los diarios. Sin embargo, las cuarentenas y las largas semanas en casa han hecho que el tema vuelva a discutirse entre los lectores y todos los que trabajan directa o indirectamente con libros o textos. En algún momento, los profesores, estudiantes, editores y libreros se han preguntado si este es el momento en el que comenzará la revolución digital del libro en el Perú. 

Las editoriales peruanas dedicadas a la producción de libros escolares fueron las primeras en trabajar en este sentido. Para ello digitalizaron algunos de los libros que habían preparado para ser impresos y crearon plataformas especiales para que los profesores y los estudiantes puedan leer, subrayar y hasta escribir en ellos. También hubo iniciativas privadas, como la de PeruBookstore.com, que poco antes de la pandemia lanzó una campaña especialmente dirigida a la promoción de los e-books. Hoy las páginas web de muchas editoriales peruanas tienen un espacio dedicado al rubro. La oferta puede ser pequeña, pero el concepto ha llegado a calar en la gran mayoría de los comerciantes.  

No obstante, ¿quién puede decir que ha leído un libro digital? Es posible que estas iniciativas marquen un punto de partida, pero todavía son muy pocos los que hablan de libros digitales como parte de su vida cotidiana. El impulso de las editoriales grandes ha sido importante, pero en gran medida se debe a las circunstancias. Está todavía por verse si van a volver a invertir en esta estrategia o esperan a que pase pronto la pandemia para producir y vender libros impresos. Los profesores universitarios, por su parte, todavía no invitan a sus estudiantes a comprar libros digitales, ni tampoco se les escucha hablar sobre ello con sus colegas. A todo esto, se suma el mismo concepto de libro digital ¿Se trata de un PDF que se puede descargar, copiar y enviar a mis mejores amigos? En realidad, no. Un libro digital tiene una diagramación especial (la que permite agrandar o reducir la letra, subrayar, escribir, etc.) y trabaja en la plataforma para la que ha sido diseñado. Y aquí viene un problema adicional. El precio que tienen que pagar las editoriales por poner sus libros en las plataformas más populares a nivel mundial (Amazon.com, 24Symbols, Nubico) es muy alto, lo que las lleva a crear sus propias plataformas o a optar por lo más lento pero lo más seguro, o sea, el formato impreso. 

No es necesario esperar a momentos críticos como los que vivimos para empezar a pensar en el libro digital, pero lo que sí es cierto es que su éxito o fracaso no dependerá solamente de los gustos de los lectores o de las decisiones de una editorial. El cambio que se espera solo se  producirá cuando la empresa, los lectores, los profesores y estudiantes colaboren en conjunto y apunten a la misma dirección. 

 

Lea la columna del autor todos los viernes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Mario Granda 

Docente del Programa Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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