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16 noviembre, 2020

[Artículo RPP] Ricardo L. Falla: El sentir de la nueva polis

Vino nuevo en odre nuevo. Hay procesos que una vez desencadenados, difícilmente pueden ser detenidos. Esta es una crónica en primera persona sobre nuestros últimos sucesos.

En la noche del último sábado, cuando entramos al centro de Lima por Garcilaso de la Vega, mi esposa y yo, éramos dos gotas de agua en medio de un río humano que volteaba hacia el Paseo Colón. Miré al frontis del MALI, donde tantas veces fuimos en la juventud a las gloriosas proyecciones de la Filmoteca de Arte. Y, poco a poco, se anunciaba el monumento a Grau, inmenso y granítico, rodeado por la muchedumbre. Imaginé, por un momento, que Grau nos observaba orgulloso desde algún lugar.

Seguimos andando con la masa enorme y compacta de jóvenes (en su gran mayoría), de todos los orígenes posibles y, llegando al Paseo de la República, confluimos miles de miles. El ambiente era festivo, expectante, de una vitalidad que no guardo recuerdo. De pronto, la "Marcha de los Cuatro Suyos". Pero no. Aquella marcha tenía una dirección política definida. En este caso, estábamos ante la aleatoriedad completa, la génesis de algo nuevo. Se respiraba en el ambiente. Era la entrada, quizás, al siglo XXI.

Decidimos acercarnos a la Plaza San Martin. Caminando, auxiliamos a una pareja de jóvenes amigos y padres de familia, quienes había sido reprimidos por la policía. Él recibió un perdigón que le rompió dos dedos del pie. Y nos dijeron que, al fondo, por Abancay, "la cosa estaba brava". Consternados, luego de ayudarlo, nos agarramos de las manos, y decidimos caminar hacia el "ojo de todo" por Carabaya. Y nos recibió la Polis peruana del siglo XXI: heteróclita, indefinida, compleja en extremo, juvenil, multicultural, neourbana, post "desborde popular" (no encuentro otro término), vibrante, extraña, lúdica y pandémica. Tomo notas, fotos. Me digo: "Aquí tengo material para dos o tres artículos". Veo con fascinación "el evento”, siento "el evento", asisto "al evento". Río por dentro de emoción.

Esto no era lo mismo que la "Marcha por la Paz" de 1989. No era lo mismo que las "Marchas por el Tribunal Constitucional" de 1997. Tampoco, la "Marcha de los Cuatro Suyos" del 2000. No era lo mismo que las marchas por Bagua, ni contra el indulto de algún ex presidente, etc. Esta marcha no era una marcha, Era el sitio de una ciudad, la toma de una ciudad por nuevos sus "polites" (ciudadanos), aquellos que nacieron después de la década de Fujimori o alrededor de su término. Le digo a mi esposa, que me siento extrañado, que no tengo la menor idea de lo que va a salir de aquí. Nos reíamos, porque, en ese momento, seríamos los más viejos de los que nos encontrábamos en la Plaza. Y, quizás, por eso, el extrañamiento y la fascinación. En estas circunstancias, observamos la vida política en su estado germinal. Eso fascina cuando uno ve el mundo con constante asombro.

Salimos de la Plaza San Martin por Belén hacia el Paseo de la República. Los jóvenes de todos los orígenes posibles y de todas las condiciones probables, se desplazan a sus anchas, como sabiendo que han conquistado un territorio. ¿Qué raro, nos preguntamos, dónde está policía? Ahora sabemos que se encontraba al otro lado, al final de La Colmena, en pleno combate contra los nuevos ciudadanos.

Horas después, ya en el Paseo Colón de nuevo, buscamos un taxi que nos lleve a casa. Los noveles peruanos han tomado su lugar en su escena contemporánea. "Los jóvenes a la obra, los viejos a la tumba", de González Prada se viene a la memoria con total evidencia.  Aquí se necesita un nuevo orden. No es posible lo anterior. Algo ha muerto, algo está naciendo.

 

Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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