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3 noviembre, 2020

[Artículo] Javier Rodriguez: Habilidades socioemocionales para superar la pandemia

La clase transcurría con normalidad -bajo la “nueva normalidad”, pues todo se hacía a través de computadoras y celulares-, hasta que la profesora hizo una pregunta y una alumna encendió su micrófono para contestar.

  • Pero…¿Dónde estás Camila? Se oyen unos ruidos extraños.
  • Es que mis hermanitos hacían mucha bulla y he salido para la parte de atrás de mi casa, allí tenemos unos animalitos. Aquí estoy mejor profesora.

Y la clase prosiguió, con el piar de pollos y gallinas como fondo sonoro.

Capacidad de adaptación, resiliencia, perseverancia, iniciativa, autocontrol. Son muchas y muy diversas las habilidades socioemocionales que las y los estudiantes peruanos han puesto en práctica desde que las escuelas y universidades comenzaron a funcionar a distancia” para evitar la propagación del virus.

El Banco Interamericano de Desarrollo se refiere a las habilidades socioemocionales como aquellas “asociadas con características personales, actitudes, creencias, rasgos de la personalidad y el comportamiento de los individuos”[1]. Y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) las define como “patrones congruentes de pensamientos, sentimientos y comportamientos [que pueden] desarrollarse mediante experiencias de aprendizaje formales e informales, y ser factores impulsores importantes de los resultados socioeconómicos a lo largo de la vida de la persona”[2]. Este último organismo basa sus estudios sobre habilidades socioemocionales en la taxonomía de los cinco grandes rasgos de personalidad (Big Five), a saber: extroversión, amabilidad, responsabilidad, estabilidad emocional y apertura a la experiencia[3].

Aquí en Perú, el Proyecto Educativo Nacional (PEN) al 2036 ha considerado, con mucho acierto, el bienestar emocional como uno de sus grandes propósitos, reconociendo que “la educación nos habilita para conocernos y valorarnos entre nosotros mismos, autorregular nuestras emociones y comportamientos, establecer relaciones humanas sanas, identificar propósitos y sentido en lo que hacemos y lidiar con retos diversos, tanto para alcanzar nuestro desarrollo personal como para la convivencia”[4].

Es importante precisar que las mismas habilidades socioemocionales “que son fundamentales para el pleno desarrollo de la personalidad humana, lo son también para la inserción en la sociedad y en la vida profesional [laboral]. Muchas de las profesiones actuales exigen, en efecto, conocimiento y confianza en uno mismo, capacidad de iniciativa, capacidad de razonamiento lógico en la toma de decisiones o en la solución de problemas, capacidad de asumir las propias emociones, desarrollo de unas aptitudes físicas y capacidad de comunicarse o de colaborar con los demás.”[5].

Sin embargo, en el Perú existe una brecha entre las habilidades que demandan los empleadores y las que tienen los trabajadores. “El 47% de las empresas tiene vacantes difíciles de llenar, y el 76% de las vacantes difíciles de llenar se explica por la falta de habilidades de los candidatos. Para un tercio de las empresas esta dificultad de encontrar fuerza laboral calificada representa un problema que afecta a las operaciones y a la innovación. Se registra también una gran escasez de habilidades socioemocionales, particularmente, al momento de contratar personal para ocupaciones de directores y gerentes, y trabajadores de servicios y vendedores.”[6]

¿Por qué son importantes estas habilidades para la educación y el empleo?

Las habilidades socioemocionales contribuyen a mejorar los aprendizajes, al punto que son un requisito imprescindible en cualquier experiencia educativa. Los estudios de la OCDE demuestran que las habilidades socioemocionales aumentan las habilidades cognitivas y que existe una interacción positiva entre ellas: las habilidades generan habilidades[7].

Pero además, la experiencia del Plan Piloto de Bachillerato en el Perú, entre los años 1999 y 2001 demostró que, si se fortalece la autoestima y las habilidades de comunicación y trabajo en equipo en los estudiantes, el rendimiento académico mejora notablemente. Todos los egresados del Bachillerato peruano que ingresaron a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos estaban en el quinto superior de sus secciones el terminar su primer ciclo en las diferentes carreras que iniciaron. La explicación es sencilla y la ofrece uno de aquellos estudiantes:

En Bachillerato podíamos hablar sin temores, abiertamente con todos los profesores. Si ellos tenían una cosa que decirte te lo decían a ti, personalmente, si tú tenías algún inconveniente o él hacía algo que no te gustaba, también se lo podías decir y no había ningún problema. Más que nada, eran como unos amigos, te brindaban su amistad. Y así, yo digo, ¿a quién no le va a gustar aprender? Si tú te sientes bien en un lugar, tú todo lo recibes bien, no tienes dificultad para aprender. (Alan, Centro Piloto de Bachillerato Fe y Alegría 24, San Gabriel Alto, Lima)[8].

Las habilidades socioemocionales también mejoran sustantivamente la empleabilidad de las personas. La empleabilidad es el potencial de un individuo para acceder a un empleo y permanecer en él”[9], la posibilidad de conseguir un empleo. No debe confundirse empleabilidad y empleo. Como señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la empleabilidad es uno de los resultados fundamentales de una educación y formación de alta calidad y de la ejecución de varias otras políticas. Abarca las calificaciones, conocimientos y las competencias…”[10]. Es decir, la empleabilidad depende, entre otras variables, de las competencias y, especialmente, de las habilidades socioemocionales[11].

Existen muchas habilidades y competencias[12] que favorecen la empleabilidad o que sirven para el trabajo y se han hecho diversas clasificaciones de ellas. La OIT también propone una clasificación en la que existen habilidades básicas, otras habilidades técnicas o especializadas y atributos personales como honestidad, confiabilidad, puntualidad, asistencia y lealtad. Pero además considera un core work skills compuesto por diversas competencias agrupadas en cuatro grandes categorías: aprender a aprender, comunicación, trabajo en equipo y resolución de problemas[13].

Chile identificó en diciembre de 2017 seis competencias que deben tener los trabajadores para cumplir exitosamente con los requerimientos de distintas funciones laborales: Comunicación, Trabajo en Equipo, Resolución de problemas, Iniciativa y Aprendizaje permanente, Efectividad Personal y Conducta Segura y Autocuidado[14].

En el Perú tenemos una norma, aprobada este año, que ofrece lineamientos para el fortalecimiento de competencias para la empleabilidad y que sienta las bases para operar con este enfoque en todos los programas de empleo[15]. Ahora toca poner en práctica estos lineamientos.

Una oportunidad para las políticas de educación y el empleo

Los momentos críticos de la humanidad han sido también oportunidades para grandes cambios. La llegada al Perú del Covid-19 ha generado una gran crisis sanitaria y social. La súbita paralización de la mayoría de las actividades económicas ha incrementado el desempleo (a 8,8%) y, especialmente, la inactividad laboral (la población ocupada se redujo en 6,7 millones de personas en el segundo trimestre de 2020, comparado a similar periodo de 2019) y el empleo informal, que ya era alto, alcanza hoy a 74,3% de los trabajadores[16].

Pero la actividad educativa no se detuvo y prosiguió a distancia. Esto puso en evidencia las deficiencias de infraestructura tecnológica y conectividad que ya teníamos y significó un desafío enorme para las y los docentes de todos los niveles educativos que debieron rediseñar rápidamente sus cursos y adaptarse a otra lógica de enseñanza.

Pero, ¿qué ocurre si en lugar de hablar de “Educación a distancia” pensamos en “Educación basada en Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs)”? La educación basada en TICs tiene grandes rupturas con la educación tradicional y todas ellas desembocan en beneficios. Rompe con los límites físicos. Se puede acceder a profesores y experiencias de todo el mundo y ver, escuchar y hablar directamente con los que generan la ciencia. Los estudiantes pueden leer sobre los temas, pero también pueden ver videos, mapas, bases de datos e información on line. Pueden almacenar información de distintas formas más eficientes e intercambiar opiniones usando diversos medios sincrónicos o asincrónicos.

Esta forma de educación, hacia la que ya caminaba el mundo, demanda que docentes y estudiantes tengan habilidades digitales, pero también requiere habilidades socioemocionales como autonomía, autoaprendizaje, capacidad de organización del tiempo, etc. La política educativa debería orientarse fuertemente hacia el desarrollo de estas habilidades socioemocionales que hoy se hacen tan necesarias.
 

Por otro lado, para facilitar la búsqueda e inserción laboral de los desocupados, los Servicios Públicos de Empleo (SPE) y muchas empresas privadas de diversos países del mundo usan aplicaciones informáticas y plataformas electrónicas con inteligencia artificial que aprenden” a hacer match entre buscadores y empleadores con cada vez mayor eficiencia. Pero además, se trata de un matching por competencias[17]. La Red europea de SPE ha identificado recientemente entre sus objetivos mejorar el matching entre las competencias de los buscadores y aquellas que solicitan los empleadores.

El objetivo de los SPE modernos es mejorar la empleabilidad de los buscadores de trabajo y eso los impulsa a darle mucha importancia al acopio de información sobre sus habilidades socioemocionales con el propósito de orientarlos del mejor modo posible en sus aprendizajes a lo largo de su vida[18].

Hoy en día, lo que genera valor en el espacio público es la información sobre el mercado laboral que proveen los empleadores y los buscadores en términos de las competencias que se demandan. Esta información abundante (Big data) y constantemente actualizada permite a quiénes toman decisiones de políticas observar el comportamiento del mercado laboral y orientar la formación y la educación para el trabajo hacia las necesidades y ocupaciones nuevas que van apareciendo.

El SPE del Perú que regula y lidera el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo está en condiciones de cambiar su rol y asumir que su objetivo no es sólo la colocación del trabajador en un momento dado o proveer información sobre puestos de trabajo, sino centrarse en el seguimiento a la trayectoria laboral de los buscadores y ofrecer orientación hacia una formación que le permita desarrollar sus habilidades y ser empleable en las diversas transiciones de su vida.

La pandemia que vivimos es una de esas grandes conmociones que suscitan cambios profundos. El Perú va a sobrevivir a ella, pro además tiene, a partir de esta experiencia, una oportunidad para cambiar y mejorar sus sistemas sociales. Empezando por su sistema de salud, por supuesto, pero también transformando sus enfoques y prácticas en educación y empleo.

 

Artículo publicado en la Revista Ideele n.° 294 – Octubre 2020

 

Referencias bibliográficas


[1] Banco Interamericano de Desarrollo (2016). Instrumentos para la medición de las habilidades de la fuerza de trabajo / Maria Fernanda Prada, Graciana Rucci. (Nota técnica del BID 1070). Pág. 5.

[2] Instituto de la Estadística de la UNESCO (UIS) y OCDE (2016). Habilidades para el progreso social: El poder de las habilidades sociales y emocionales. Pág. 35.

[3] Chernyshenko, O. y otros (2018), Social and emotional skills for student success and well-being: Conceptual framework for the OECD study on social and emotional skills.

[4] Consejo Nacional de Educación (2020). Proyecto Educativo Nacional al 2036: el reto de la ciudadanía plena. Lima, julio de 2020. Pág. 76.

[5] González García, Lázaro (1993). Nuevas relaciones entre educación, trabajo y empleo en la década de los 90; Revista Iberoamericana de Educación N° 2.

[6] BID (2019). Encuesta de habilidades al trabajo (ENHAT) 2017-2018: Causas y consecuencias de la brecha de habilidades en Perú. Pág. 5.

[7] IUS y OCDE (2016). Pág. 40.

[8] Ministerio de Educación (2001). El Bachillerato peruano 1997-2001. Pág. 68.

[9] De Grip y otros (1999).

[10] OIT (2000). Resolución sobre el Desarrollo de Recursos Humanos. Párrafo número 9.

[11] Para mayor detalle sobre las dimensiones de la empleabilidad revisar McQuaid, R., & Lindsay, C. (2005).

[12] Para más detalle sobre las nociones de competencias y habilidades revisar Perrenoud 2014.

[13] OIT (2013). Enhancing youth employability What, Why and How? Guide to core work skills.

[14] Comisión del Sistema Nacional de Certificación de Competencias Laborales. Catálogo de Competencias Transversales para la Empleabilidad, 2017.

[15] Lineamientos para el desarrollo y fortalecimiento de competencias para la empleabilidad. R.M. 017-2020-TR.

[16] Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe. Perú: Impacto de la COVID-19 en el empleo y los ingresos laborales.

[17] Ver European  Commission (2014).

[18] Ver European  Commission (2017).

 

Sobre el autor:

Javier Rodriguez Cuba

Investigador en Educación y Empleo e Integrante de la Comunidad de Práctica en Habilidades Socio-emocionales (iniciativa de UNESCO Perú, Universidad Antonio Ruiz de Montoya y Universidad de Notre Dame).

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