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19 agosto, 2020

[Artículo] Liz Puma: Los desafíos para el diálogo en el contexto de la pandemia

      ¿Cómo será el diálogo en los conflictos sociales durante la pandemia por COVID – 19? Es la pregunta que nos hicimos desde que nos percatamos que nuestra “normalidad” no volvería en el corto plazo. Entre tanto, los conflictos sociales en el Perú de acuerdo al reporte de la Defensoría del Pueblo, para el mes de junio, contabilizaron un número de 190, siendo 67.4% de tipo socioambiental. En estos últimos cinco meses, la incertidumbre rondó entre los diversos actores sociales, surgieron tensiones y demandas asociadas a necesidades básicas esenciales: salud, alimentación, educación y empleo. Temas que no eran recientes y han formado parte de las agendas recurrentes de los conflictos sociales.

Durante julio y agosto, tres conflictos sociales han escalado a etapas de crisis con despliegues de violencia que han dejado heridos y fallecidos, hechos lamentables que a la fecha son materia de investigación.  Casos que no son nuevos y cuyas demandas están orientadas al Estado y las empresas extractivas presentes en dichos territorios. En julio, el conflicto social en la provincia de Espinar, departamento del Cusco, escaló a una etapa de crisis con episodios de violencia. Con la mediación de la Iglesia católica las partes lograron retomar el diálogo siendo necesario para ello una reunión presencial. En agosto, dos conflictos ubicados en el departamento de Loreto escalaron a crisis, uno de ellos, en la localidad de Bretaña, provincia de Requena, que producto de un enfrentamiento el pasado 9 de agosto, entre miembros de la Policía Nacional y un grupo de manifestantes indígenas, dejó tres fallecidos y 17 heridos. El segundo, que involucra a federaciones indígenas de las provincias de Loreto – Nauta, Datem del Marañón, Alto Amazonas, Requena y Maynas, a la fecha en movilización permanente demandando atención frente a la propagación del COVID-19 y la implementación del Plan de Cierre de Brechas, cuyos ejes temáticos buscan solucionar los problemas estructurales que persisten en diversos territorios de la Amazonía peruana. Estos casos nos llevan a recordar aquellos aspectos que no podemos perder de vista para el abordaje constructivo de los conflictos en el contexto de la pandemia.

Es urgente retomar los temas de agenda y dar seguimiento a los acuerdos de los procesos de diálogo que quedaron suspendidos a razón de la pandemia e identificar las nuevas preocupaciones, temores y necesidades de los actores sociales que participan en dichos espacios. Intervenir tempranamente previniendo el escalamiento del conflicto y evitando recurrir a la intervención de instituciones de control del orden interno y orden público. En estas circunstancias con el riesgo de exposición al COVID – 19 es mucho más complejo encontrar soluciones a un conflicto que escala a crisis. Por ello, si buscamos que el diálogo sea fructífero, como siempre lo recalcamos, es necesario planificar y procurar las condiciones necesarias para el encuentro sea presencial o virtual.

Lo primero, considerar que el diálogo para fortalecer la confianza y contribuir a la toma de decisiones, requiere de condiciones previas: flexibilidad, paciencia y voluntad de las partes. Segundo, la planificación y preparación para garantizar el desarrollo de un diálogo efectivo resulta imperioso en este contexto, que consiste en identificar el momento, medio o recurso tecnológico a través del cual se llevará el  diálogo; desarrollar protocolos sanitarios para los encuentros presenciales acordes a las medidas sanitarias impuestas por la Autoridad de Salud; convocar, garantizar y verificar las condiciones de acceso y participación de los participantes; identificar la lengua predominante y de preferencia; concertar la agenda; socializar previamente información para el análisis de los temas de agenda. Tercero, durante el momento del diálogo, repasar y revisar las reglas de participación, los principios, la metodología de trabajo, los objetivos y la agenda, considerar nuestros aliados a la flexibilidad dado el impacto de la pandemia, las restricciones sanitarias, logísticas y económicas; y la creatividad para explorar salidas. Cuarto, el monitoreo y evaluación del cumplimiento de los acuerdos con diligencia y proactividad, convocando de ser posible a reuniones virtuales para aclaraciones e informes de avance. Quinto, evaluar el proceso de diálogo para identificar el grado de satisfacción y determinar los momentos necesarios para los encuentros presenciales. Finalmente, es importante asumir que las circunstancias actuales son radicalmente distintas y que es necesario asumir los costos que implicará la adaptación para todos los participantes.

 

Artículo publicado en la web Ruiz 14/08/2020

Sobre el autor:

Liz Puma

Coordinadora del Diplomado en transformación de conflictos sociales en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya

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