Las protestas ciudadanas en varios países de Latinoamérica y El Caribe nos están alertando que el modelo económico neoliberal no da para más. Y es que todos tenemos derecho a vivir en paz y en libertad. La vida en las pequeñas comunidades no puede verse amenazada por el avance de la modernidad.
Nunca tanto Víctor Jara ha sido evocado con pasión y como fuente de inspiración en las luchas del pueblo chileno en las últimas semanas. Cantar a coro su tema “El derecho a vivir en paz” ha sido el clamor constante, que también puede ser nuestro, sobre todo cuando se trata de defender la vida y la forma en que queremos vivirla, por eso es imposible separar la paz de la libertad.
Esta vez el clamor viene de Haquira, un pequeño distrito de la provincia de Cotabambas en Apurímac, que hoy se lanzó a un paro en señal de protesta por la construcción de una planta de lixiviación (en un proceso que separa el oro de rocas y otros minerales) en la cabecera de la cuenca de Ccosecmayo, su fuente de vida. Varios de mis estudiantes de la carrera de Educación Intercultural Bilingüe, becarios del Estado, son del distrito y hace pocos días han retornado para realizar sus prácticas preprofesionales. Ahora les toca apoyar la defensa de sus pueblos junto con sus padres, madres y estudiantes.
Haquira es un hermoso distrito ubicado a más de 3,700 msnm, con 11,862 personas según el último censo nacional, también tiene un valle rico y fecundo en cultivos de maíz, trigo, papa, haba; y en la parte baja, una gran variedad de frutales. El río Ccosecmayo hace posible la producción agropecuaria de Haquira, hoy amenazada por el millonario proyecto minero UTUNSA de la Empresa Anabi SAC. Una vez más, el oro vale más que el agua. En meses anteriores los comuneros han manifestado su rechazo al proyecto, pero al parecer cuenta con el aval y el respaldo del Estado peruano. Seguimos en la ilusión que la inversión minera debe seguir siendo nuestra principal fuente económica, que hay que colocar al Perú primero, que nos traerá bienestar a todos y que eso es más importante que la vida en las pequeñas comunidades con lo cual pretenden enfrentarnos como peruanas y peruanos que somos todos ¡Basta ya!
La vida de millones de peruanas y peruanos en la cordillera y en la Amazonía depende de la tierra, del agua y del bosque, contaminarlos y destruirlos, es darles la espalda y decirles que no pueden seguir viviendo como lo han hecho sus ancestros, que se vayan a las ciudades a sobrevivir porque la “modernidad” no espera ¿Acaso se les seguirá imponiendo a sangre y fuego otra forma de vivir, otra forma de ser, otra forma de existir? Recordemos lo que está pasando en varios países de Latinoamérica y El Caribe, nos están alertando que el modelo económico neoliberal no da para más. Persistir en ello, es seguir poniendo por delante los intereses de unos cuantos que se enriquecen a costa de muchos que se empobrecen y con ello, incrementar las brechas de desigualdad. La alarma está encendida, el pueblo de Haquira no está dispuesto a ceder y resistirá en nombre de su derecho a vivir en paz en sus propias tierras.
Lea la columna de la autora todos los viernes en RPP.pe
Sobre el autor:
Rossana Mendoza Zapata
Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya