El desempleo juvenil es la variable con mayor poder explicativo sobre el crimen y la delincuencia. En esta columna se exponen estudios realizados en diferentes países que confirman la fuerte relación entre desempleo y delincuencia común.
En el artículo anterior analizamos las principales variables asociadas a la delincuencia y el crimen: desigualdad, pobreza, desempleo, educación, represión, penas y cohesión social. Cada una de ellas influye en que haya más o menos crimen, y cada una tiene sus propias investigaciones que la sustentan, así como autores que las defienden. Sin embargo, no todas tienen la misma importancia y capacidad explicativa. Intentar dilucidar cuál es la más importante, nos traslada, de inmediato, al terreno de la polémica y las diferencias de opinión entre los diversos autores.
En este artículo vamos a perder la neutralidad natural de los investigadores, y pasaremos a sustentar por qué consideramos que el desempleo, y más específicamente, el desempleo juvenil, es la variable con mayor poder explicativo sobre el crimen y la delincuencia. Nos basaremos en algunos estudios recientes realizados en diversos lugares del mundo.
Aparte del estudio que citamos en el artículo anterior, elaborado por Raphael y Winter-Ebmer (2001), para Estados Unidos, otro estudio realizado por Ming-Jen Lin de la Universidad de Taiwán, publicado en el 2007, muestra que un tercio de la reducción del crimen observado en la década de 1990 es explicado por la reducción del desempleo ocurrido en ese período. Concluye que las políticas públicas que buscan la generación de empleo, sobre todo, en los jóvenes, reducen significativamente la delincuencia.
Para el caso de Nueva York, la investigación de Corman y Mocan (2005), encuentra una relación positiva entre desempleo y crimen. Si las políticas de generación de empleo se les combina con una mejor represión, reducen notoriamente los robos a personas, autos y viviendas.
En un estudio realizado en el Reino Unido, Wu y Wu (2012), de la Universidad de Cambridge, encuentran que el 67 % de los presos en el país han estado desempleados durante las cuatro semanas previas a su crimen, comparado con el porcentaje de desempleados en la población en general que solo alcanzó el 5 %. Concluyen que los crímenes en los que hay ganancia económica están fuertemente asociados al desempleo y a la desigualdad en los ingresos.
En un estudio realizado por Majid Maddah de la Universidad de Semman, en el 2013, se encontró que en Irán existe una fuerte y positiva correlación entre la tasa de desempleo y los robos ocurridos, en el período 1997 y 2006. Basado en estos hallazgos, el autor propone que el gobierno impulse políticas de empleo para reducir la delincuencia en todo el país.
Finalmente, el estudio realizado por Buonanno, Drago y Galbiati (2013) para quince países de la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos concluye que los aumentos de las tasas de desempleo tienen “un efecto sustancial” en el aumento del crimen. De acuerdo a sus estimados, el incremento del 4 % en la tasa de desempleo promedio observado en el período de 2008 al 2012, luego de la grave crisis financiera mundial, generó un incremento promedio de 5.2 % en la tasa de crimen.
Hay muchos estudios similares a los presentados en esta oportunidad, pero consideramos que son suficientes para demostrar la fuerte relación entre desempleo y delincuencia común, y aceptar lo que se deriva de ella: si se quiere reducir en forma significativa a la delincuencia común es indispensable aplicar políticas de generación de empleo, sobre todo, para la juventud. Eso es lo que hacen los países desarrollados con éxito, y es lo que debería hacer el Perú.
Lea la columna del autor todos los lunes en RPP.pe
Sobre el autor:
Fernando Villarán
Profesor principal de la Facultad de Ingeniería y Gestión de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM)