¿Por qué el aprendizaje-servicio es una herramienta de calidad educativa? Porque hace falta saber más para cambiar algo en nuestras comunidades que para aprobar una evaluación. Así lo afirmó María Nieves Tapia, fundadora y directora del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS), quien participó en la Jornada Nacional de Aprendizaje y Servicio Solidario (JONASS), evento organizado por la Universidad del Pacífico, la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Fe y Alegría del Perú y otras instituciones. Enfatizó que el aprendizaje-servicio cambia la visión social de los participantes y articula las redes entre la institución educativa y la comunidad.
La especialista reflexionó sobre los saberes que se requieren para enfrentar los retos del siglo XXI, los cuales fueron difundidos en el Foro Económico Mundial de 2016. Se dividen en alfabetizaciones (lingüística, matemática, científica, TIC, económica, cívica y cultura), competencias (pensamiento crítico, resolución de problemas, creatividad, comunicación y colaboración) y carácter (curiosidad, iniciativa, adaptación, liderazgo, entre otros). En ese sentido, una experiencia de aprendizaje-servicio es la mejor propuesta para fortalecer la adquisición de estos saberes.
En los proyectos de aprendizaje-servicio, los estudiantes son los protagonistas del servicio solidario, quienes aplican los conocimientos adquiridos en las aulas al servicio de necesidades concretas de una comunidad y, al mismo tiempo, se forman en los valores de la solidaridad y la participación democrática desde la acción-reflexión-acción. Por ejemplo, un proyecto de mejora de la calidad de agua en un pueblo específico fortalece la autoestima de los educando, los forma en valores, fortalece sus competencias para la participación ciudadana a la vez que les brinda los contenidos de la formación técnica, científica y humanística.
La especialista enfatizó que la diferencia entre beneficencia y solidaridad es que el primero implica dar-ayudar, hacer “para”, mientras que el segundo; compartir-reciprocidad, hacer “con”. Lo uno es paternalismo, lo otro; fraternidad. La solidaridad lleva a intercambiar saberes y construir juntos un mundo mejor, la beneficencia parte del “nosotros ya sabemos todo” y muchas veces reproduce situaciones de injusticia, mientras que desde el otro enfoque se reconocen derechos y se busca la equidad. Es a partir de la solidaridad que es posible aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a ser, y aprender a vivir juntos.
María Nieves Tapia invitó a las instituciones educativas a realizar proyectos institucionales solidarios y para ello se requiere iniciar articulaciones de las mallas curriculares. Precisamente es un aspecto abordado desde hace varios años en el trabajo realizado entre la Oficina de Proyección Social y Responsabilidad Social Universitaria y las diferentes escuelas profesionales de la Ruiz propone la metodología de Formación en la experiencia que vincula los conocimientos de las aulas con la sociedad y el servicio a la comunidad, mediante proyectos de impacto social.