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7 agosto, 2018

[Artículo] China y la construcción de un Estado eficiente

       De acuerdo a datos del Banco Mundial, la economía china ha crecido a un ritmo promedio de 10 % anual durante treinta años consecutivos (entre 1979 y 2009), sacando a 800 millones de personas de la pobreza. Ningún país en la historia económica registrada ha realizado tal proeza. Ha habido muchos procesos llamados “milagrosos”, como es el caso de Alemania, Japón, Brasil, Estados Unidos, en diversas épocas, pero ninguno ha llegado a cifras tan altas de crecimiento, por un período tan largo.

Este vertiginoso crecimiento ha permitido que hoy el PBI de China sea de 23.2 millones de millones de dólares (FMI), convirtiéndose en la primera economía del mundo. Hace algunos años fue la mayor potencia industrial, y aún antes, el mayor exportador del planeta. Desde 1997 gradúa más ingenieros y científicos al año, que Estados Unidos, Japón y Alemania juntos. Actualmente, China registra 1.4 millones de patentes al año; Estados Unidos registra 600 000, Japón 300 000 y Europa 240 000. En el año 2050, el PBI de la China será el doble que el de Estados Unidos.

Este espectacular crecimiento empezó con las reformas económicas introducidas por Deng-Xiaoping en 1979: apertura al mercado mundial, atracción de las inversiones y tecnología extranjeras, privatización de empresas públicas y cooperativas, expansión del mercado interno en todo el territorio, seguridad jurídica a la propiedad privada. Todavía el 60 % de la economía está en manos del Estado. Muchos identifican estos logros con el ingreso del sistema capitalista en China, y llaman al modelo “capitalismo de estado”.

Sin embargo, se trata de una apreciación equivocada, o por lo menos, sesgada ideológicamente. Si uno les pregunta a los dirigentes chinos ¿cuál es el modelo económico de su país? Ellos responden sin titubeos: socialismo de mercado. Esta es la versión oficial del gobierno de China.

O sea, y este el punto al que quiero llegar; al definir al modelo chino como “capitalismo de estado”, le estamos negando a los dirigentes chinos la capacidad de autocalificar su propio modelo económico. Es decir, los mismos dirigentes que han sido responsables de esa proeza económica, no igualada por ningún otro país, no son capaces ni siquiera de determinar cuál es su propio modelo económico. 

El “socialismo de mercado” es inédito, junta exitosamente planeamiento con mercado, Estado fuerte con sector privado dinámico; rompe esquemas, comenzando con los del propio Marx, y terminando con los que nos vende la ideología neoliberal. Uno de sus mayores logros es haber construido un Estado eficiente que ha mantenido a raya a la corrupción, mediante una mezcla de meritocracia capaz de captar a los mejores profesionales, de seguimiento permanente, y represión eficaz. Sin duda es una rica fuente de lecciones para el Perú, en medio de una crisis ética en varios poderes del Estado.

 

Artículo publicado en el diario El Peruano el 07/08/2018

Sobre el autor:

Fernando Villarán 

Profesor principal de la Facultad de Ingeniería y Gestión de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM)

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