La trágica muerte de los jóvenes Jorge Huamán y Jovi Herrera en junio de este año, que perecieron en un contenedor ilegalmente instalado en la galería “Las Malvinas” en el centro de Lima, trabajando en condiciones infrahumanas, de semiesclavitud, ha puesto sobre el tapete el tema de la informalidad. Varios hechos relativamente recientes, brindan nuevas luces sobre la situación de la informalidad en el Perú. Vale la pena darles una mirada:
1. Después de muchos años en que se investiga este complejo fenómeno en el país, recién en los últimos tiempos hemos podido disponer de cifras confiables. En 1986, Hernando de Soto (ILD) encontró que el sector informal peruano equivalía al 55 % del PBI (Producto Bruto Interno). En el 1999 Norman Loayza (BM) realiza una medición del mismo sector alcanzando la cifra de 57 % del PBI. Pocos años después, en el 2002, Friedrich Schneider (U.Linz), en un estudio sobre varios países de América Latina, estimaba que el sector informal llegaba al 59% del PBI. Por su parte, Jaime Saavedra, trabajando con las cifras y conceptos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 1999, calcula que la informalidad laboral llegaba a alcanzar al 58 % de la Población Económicamente Activa (PEA) del Perú.
Un estudio más reciente, realizado por Manuel Hernández y Jorge de la Roca para GRADE en el 2006, realiza una nueva medición, tanto de la participación del sector informal en el PBI, como de la informalidad laboral. En el primer caso, la cifra a la que arriban es de 35 % del PBI, inferior a las tres investigaciones mencionadas, y, para el caso de la informalidad laboral, estiman que el 70 % de la PEA se encontraba en esta situación, cifra mayor a la alcanzada por Saavedra.
Más recientemente, en el 2012, el INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática) realiza lo que podría ser la medición definitiva de la informalidad. Sus resultados se publicaron dos años más tarde, en el documento: Producción y empleo informal en el Perú, INEI, mayo 2014. Esta investigación fue ejecutada con el apoyo del IRS (Instituto de Investigación para el Desarrollo) de Francia, utilizando las metodologías internacionales de medición desarrolladas en el 2003 y el 2008 por la OIT. Con la misma metodología, y en forma simultánea, se medía tanto la producción informal como la informalidad laboral. Los resultados fueron los siguientes: en el 2012, el 74,3 % de la PEA “desempeñaba un empleo informal como actividad principal”. Para el 2015 (cifra más reciente, dada por el MTPE siguiendo esta misma metodología) 11,6 millones de personas, que representaban el 73,2 % de la PEA, estaban en una situación de informalidad laboral[1]. Estas personas laboran en unidades no registradas en la administración tributaria (Sunat), no tienen beneficios sociales, ni protección social, y perciben ingresos por debajo de la Remuneración mínima vital (850 soles al mes). Cualquiera de estas condiciones de trabajo, o una mezcla de las mismas, los definía como informales. Los resultados para el 2015 significaban que en tres años, y a pesar del crecimiento de la economía, la informalidad laboral solo se redujo 1,1 %. Comprobaban que el Perú era un país básicamente informal.
Artículo completo publicado en Ideele Revista n.° 273
[1]. Informe Anual del Empleo en el Perú – 2015, Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, MTPE, publicado en Diciembre de 2016.