Pasadas las Fiestas Patrias y la inmersión en los múltiples mensajes sobre el orgullo de ser peruanos que circularon en las redes, volvemos a la realidad cotidiana de nuestro Perú de hermosa diversidad y grotescas desigualdades. Sin duda, el valor de la pluriculturalidad en nuestro país ha sido una conquista de las últimas décadas.
No solo el turismo se ha beneficiado; se han hecho visibles, para los mismos peruanos, territorios, naciones y culturas que desconocíamos. Se dan hoy interacciones curiosas y creativas que ponen en valor lo originario y los mestizajes. Sin embargo, la equidad en las oportunidades, la paridad en las relaciones; el trato igualitario a todos sin distinción, esos que recomendaba la CVR para lograr la sociedad próspera y pacífica que todos queremos, tienen aún un largo camino por recorrer. La interculturalidad es una tarea pendiente en todos los ámbitos.
Las universidades citadinas que aceptaron incorporar estudiantes de Beca 18 enfrentan el desafío de la interculturalidad, particularmente aquellas que no armaron guetos para evitarse problemas. Pese a los preparativos, emergieron interrogantes, falta de experiencia, vacíos y desconciertos en las universidades. No resulta previsible para un profesor universitario encontrarse con tamañas diferencias entre un alumno primer puesto de un colegio privado, de un emblemático y de una escuela rural del interior del país. No es fácil hacer currículos flexibles, pedagogía o sistema de evaluación que se adapte a la diversidad. Cuando las interferencias lingüísticas empiezan a dejar de ser un problema son las cosmovisiones las que confabulan contra la comprensión reflexiva.
En los mejores casos, esta diversidad ha abierto debates importantes por ejemplo sobre el acceso meritocrático a la universidad versus derecho a la igualdad de oportunidades. También se discute sobre enfoque etnocéntrico versus diversidad cultural ¿Se trata de incorporarlos a nuestro mundo? ¿Y cómo aprovechar su riqueza cultural en su formación? ¿Con qué docentes? ¿Con qué materiales?
De seguro, la interculturalidad tiene muchos otros sentidos, expresiones e interrogantes; ha sido y es motivo de muchas disquisiciones, pero encontrarla cara a cara, frente a frente, en el aula, en los pasillos, la biblioteca o en la cafetería de la universidad se convierte en oportunidad para pensar y actuar en contexto, resolviendo dilemas, construyendo caminos, abriendo puertas, moldeando voluntades, tendiendo puentes.
Además de responsabilizarse no solo por el ingreso de estos estudiantes, sino también por su culminación exitosa; como en todo aquello en lo que se involucra, la universidad puede producir conocimiento crítico sobre la interculturalidad que necesitamos a partir de su experiencia, al margen de las discusiones políticas que suscita en otros el programa de becas.
Artículo publicado en El Peruano (7/08/2017)
Sobre el autor:
Susana Helfer
Directora del Programa de Gestión Escolar Prosep de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya