Una biografía intelectual nos permite acceder a las situaciones vitales y a las condiciones contextuales que permitieron la formación de la obra de los grandes pensadores, científicos y artistas. Por ello su lectura resulta importante y, ciertamente, estimulante para los interesados en estos temas.
Quienes consideramos a Isaiah Berlin (1909-1997) como uno de los referentes intelectuales más importantes del siglo XX, siempre nos encontramos a la “caza” de nuevas investigaciones sobre su obra y, si es posible, sobre su vida. Pues, mientras más pasan los años, la envergadura y actualidad del pensador nacido en Letonia y naturalizado inglés, no deja de crecer. Más aún, cuando los exaltados enemigos del pluralismo ético y de la libertad personal, crecen y se multiplican en diversos espacios.
“Isaiah Berlin, su vida” (Taurus, 2018), de Michael Ignatieff, es un libro que no esconde su complicidad con el biografiado, pues se elaboró su anuencia. De ahí que sea una “biografía autorizada”. Sin embargo – y esto es lo que hace interesante a este texto-, en varios momentos su autor toma distancia para explicar, con pretendida objetividad, los rasgos y momentos más polémicos del pensador liberal, incluso, sus “zonas grises”, como las de cualquier mortal. Berlin era cultísimo, elegante y con un fino humor que destilaba constantemente. Pero, al mismo tiempo, era un hombre inseguro, a veces tímido y consciente de sus batallas interiores. Eso no debe extrañarnos. Muchas veces, los pensadores más notables, han sido personas con procesos internos difícilmente descifrables para la mayoría. Por fortuna, Berlin sabía controlar esas tensiones personales y no dejó que quebraran su sólida contribución intelectual.
Leyendo esta bienintencionada biografía, podemos asistir al momento en el que Berlín se formó en la Universidad de Oxford, en dos de sus colegios más célebres, donde tuvo como compañeros de ruta a reconocidos pensadores ingleses como Alfred Ayer y John Austin. Asimismo, en la atmósfera londinense de los años treinta, pudo tener contacto con los filósofos de “Circulo de Viena”, refugiados del nazismo y, también, con el enorme filósofo Ludwig Wittgenstein. Tal es la cantidad de intelectuales de primer orden con los cuales Isaiah Berlin mantuvo relación en esos años, que no tendríamos espacio para terminar este artículo. Todo ello no hace más que corroborar una noción central de la sociología histórica del conocimiento: los ecosistemas intelectualmente estimulantes suelen ser espacios adecuados para la formación de ideas importantes e innovadoras. La diversidad de actores de primer calibre obliga a los participantes a dar lo mejor de si mismos, a formarse mejor, pues están sometidos al escrutinio crítico de sus contemporáneos. Si la vida intelectual es pobre o limitada, nada importante puede surgir. Por ello, no es de extrañar que esa atmósfera vivificante fue crucial para la formación del joven Berlin.
Asimismo, en este libro, podemos asistir al momento en el que Berlin produjo las obras más célebres de su bibliografía. Por ejemplo, las circunstancias en las que escribió su biografía sobre Marx, penetrando en la vida del filósofo alemán como ninguno. O el momento en el que se dieron las conferencias que se transformaron en sus ensayos más célebres como “La Inevitabilidad histórica” o el impresionante “Dos conceptos de libertad”, donde Berlin llegó a establecer sus ideas centrales de “libertad negativa” y “libertad positiva”. También, conocer el proceso el que se fueron constituyendo “Las raíces del romanticismo”, “El fuste torcido de la humanidad”, entre otras contribuciones. Asistimos, en la documentada exposición de Ignatieff, al momento en el que el filósofo político cedió su lugar al enorme historiador de las ideas. Y, con ello, a la dramática fascinación que acompañaba a Berlin en cada uno de sus descubrimientos.
Gracias al esfuerzo de intelectuales notables como Isaiah Berlin, quienes nos situamos en esa tierra fronteriza entre el estudio de las ideas y de la historia, encontramos un lugar en el que podemos desarrollar una producción académica. Con Berlin, la historia de las ideas (que no hay que confundir con la historia de la filosofía), alcanzó su mayoría de edad. Pues gracias a ese dimensionamiento histórico podemos reconocer los conflictos, las luchas, las marchas y contramarchas, muchas veces dramáticas, que acompañan a los debates políticos, culturales, estéticos, éticos, etc. La poderosa vida intelectual de Isaiah Berlin es una invitación a valorar la pluralidad trágica de la libertad desde una sorprendente historia en clave cosmopolita.
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Sobre el autor:
Ricardo L. Falla Carrillo
Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM