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1 septiembre, 2021

[Artículo] Sofía Chacaltana: Las “verdades” históricas de la propaganda

El uso de las narrativas simplificadas de la historia para movilizar el ánimo de las poblaciones en tal o cual dirección política es un recurso explotado por los líderes y grupos partidarios en el Perú y en todo el mundo. Estas propagandas políticas siempre están cargadas de valores nacionalistas que se presentan como verdades indiscutibles. Por ejemplo, es muy estudiada la “construcción de la imagen de Tupac Amaru II” utilizada durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado donde se enfatiza que el cacique cusqueño cuestionó al sistema que sostenía a las élites que oprimían al pueblo andino y, que, a su vez, representaba el espíritu de los incas que había sobrevivido en la población peruana tras la invasión española. Asumiendo como base, que los líderes del imperio incaico fueron justos con sus pueblos gobernados, que los gobernados fueron agentes pasivos ante la invasión incaica y, que la etnia inca encarnaba la grandeza política, social y tecnológica del “hombre andino”. Esta propaganda justificó y legitimó varias de las reformas que realizó Velasco al estatus quo del momento.

La propaganda utilizada por liderazgos verticales, que imponen sus ideas “de arriba hacia abajo” y, que buscan realizar “transformaciones profundas”, han sido y, continúan siendo, problemáticas para formar una ciudadanía crítica ya que impide entender la complejidad de los personajes y contextos históricos.

¿Podemos aprovechar las narrativas de la propaganda para descubrir y aprender sobre la historia del Perú antiguo? ¿Realmente fueron justos los incas con los pueblos conquistados? ¿La justicia que nosotros entendemos, es la misma que entendían los incas? Para entender la complejidad de la historia, es necesario saber desde dónde se la está mirando.

En la misma línea que Velasco, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) utilizó al cacique para dar a entender su resistencia a los “gobiernos opresores” y, es significativo que, durante el secuestro de la embajada de Japón, Alberto Fujimori nombrara Chavín de Huántar a la operación de rescate de los rehenes. El complejo arqueológico Chavín de Huántar que presenta galerías subterráneas, por mucho tiempo, ha sido considerado como el epicentro de la civilización andina, así como el lugar desde donde se difundió una ideología de dominación sobre los pobladores del Perú Antiguo. Tampoco es casualidad que Alejandro Toledo, en el 2000, se haya autoproclamado como el nuevo Pachacútec, convocando y unificando las protestas de los “Cuatro Suyos” para derrocar al “chino” Fujimori, posicionándolo como foráneo y ajeno al territorio peruano.

Por ello, frente a los argumentos simplificados de la propaganda, se debe recurrir a las investigadoras e investigadores que han asumido la difícil tarea de contextualizar y discutir la complejidad de la historia; porque quedarnos con las narrativas que nos ofrece la propaganda, es limitarnos a medias verdades o a mentiras totales.

 

Artículo publicado en La República el 24/08/2021

Sobre el autor:

Sofía Chacaltana Cortez

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