El Vicerrectorado Académico es la unidad encargada de dirigir la política general de formación académica en el pregrado con la finalidad de garantizar una alta calidad educativa, en concordancia con la misión y fines establecidos en el Estatuto de la Universidad. También supervisa la correcta ejecución de los diferentes trámites administrativos que tienen relación con los procesos académicos.
En esa medida, las Facultades, los Departamentos y las carreras profesionales forman parte del ámbito de acción del Vicerrectorado Académico, así como la Oficina de Calidad Académica. El Vicerrectorado tiene presencia en la vida de nuestros estudiantes de modo transversal, desde antes de su ingreso formal a la universidad hasta incluso después de su egreso; y ello a través del Centro Preuniversitario, la Oficina de Admisión, la Secretaría Académica y la Oficina de Inserción Laboral. En este punto adquiere particular importancia la Oficina de Formación Humanista, que incluye también a la Oficina de Formación en la Experiencia, pues desde allí se pone uno de los sellos que caracteriza la educación que ofrece nuestra universidad.
Nuestro proyecto educativo se inscribe al interior de una larga y rica tradición, la de la educación impartida por la Compañía de Jesús. Somos una universidad jesuita y humanista; es decir, procuramos una formación integral de la persona. Es difícil resumir qué significa ser una universidad jesuita. Tal vez acudir al Padre Kolvenbach ayude en ese sentido. Solía decir el ex Prepósito General que el carácter propio de una universidad jesuita “viene dado por el servicio de la fe y la promoción de la justicia”. Entonces, una universidad jesuita forma profesionales comprometidos de manera firme y continua en la consecución de una sociedad más justa; sensibles al entorno en el que viven, promotores del diálogo intercultural y la ciudadanía global, y que demuestren la responsabilidad cristiana (sean o no creyentes) de trabajar “en favor de sus prójimos y de su mundo”.
Y, como universidad humanista, ponemos a la persona en el centro, y dedicamos todos nuestros esfuerzos para que quienes egresen de nuestras aulas, además de dominar las técnicas de sus profesiones, los caracterice un pensamiento crítico y creativo y, en especial, un actuar ético. Para lograr este objetivo, nuestras carreras profesionales desarrollan un número importante de cursos de formación general, en donde la historia, la literatura y las artes cumplen el papel de sensibilizar el espíritu y abrir los horizontes de los estudiantes. Otorgan competencias perdurables, como la capacidad crítica y comprensión contextual, siempre vitales, pero más ahora, en una sociedad del conocimiento donde los saberes específicos cambian tan rápidamente. La práctica de las humanidades y de las ciencias sociales ponen en ventaja a nuestros estudiantes y egresados para enfrentar un mundo cambiante, y les otorgan las herramientas necesarias para un ejercicio responsable de la ciudadanía, base primordial de la democracia.