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22 agosto, 2020

[Artículo] César Escajadillo: ¿Por qué creemos en conspiraciones?

     La pandemia del coronavirus ha encendido las alarmas ante la propagación de noticias falsas en internet y otros medios de comunicación. Desde inicios de año, la OMS advierte que la avalancha de información sin sustento ni respaldo científico ha devenido en una “infodemia” que, además de generar pánico y confusión, obstaculiza los esfuerzos por contener el brote responsable de la crisis sanitaria.

Una de las manifestaciones típicas de esta infodemia son las llamadas “teorías de la conspiración”, historias infundadas que apelan al interés de un agente u organización en la sombra para explicar el rumbo de los acontecimientos. A continuación, ensayo algunas razones para entender este fenómeno.

Por un lado, las investigaciones en psicología social muestran que las personas somos crédulas por naturaleza. La confianza en el testimonio de otros hace posible el aprendizaje y la construcción del conocimiento. Ello explica nuestra propensión a creer en la información que recibimos, más aún si proviene de fuentes que consideramos autorizadas. Por otro lado, asimilamos la información de manera sesgada: damos mayor credibilidad a la información que refuerza o confirma nuestras creencias previas, lo que facilita creer en una teoría de la conspiración si está alineada con nuestra visión de la realidad.

La credulidad y el sesgo cognitivo no son los únicos factores que explican por qué creemos en conspiraciones. Los grandes acontecimientos –como las guerras, las pandemias o el asesinato de un presidente– generan desconcierto y demandan explicaciones proporcionales a su magnitud. Así, cuesta pensar que un virus que ha ocasionado cientos de miles de muertes y mantiene a la humanidad en vilo pueda tener un origen en los murciélagos. Como explicación resulta poco significativa para ser cierta. Parece más sensato suponer que alguien está detrás de lo que ocurre.

Solemos pensar en quienes creen en teorías conspirativas como personas desinformadas con ideas delirantes que bordean lo paranoide. Sin embargo, el fenómeno afecta a todos en mayor o menor medida, ya que aceptamos una que otra conspiración o historia infundada. Por ejemplo, todavía hay quienes piensan que las vacunas causan autismo. En el caso de la política, es común constatar que en la interpretación de los hechos la falta de información se compensa con inventiva. Después de todo, algunas conspiraciones sí ocurrieron y solo se supo de ellas mucho después.

Es difícil aproximarse a la realidad de una manera que no refleje nuestros intereses y valores. En nuestro afán por comprender lo que ocurre y dar coherencia a nuestra visión de las cosas, la búsqueda de sentido prevalece sobre la búsqueda de la verdad. Las teorías conspirativas son un reflejo de la necesidad humana de hacer que el mundo aparezca ante nuestros ojos como un lugar integrado y cognitivamente tratable.

 

Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 20/08/2020

Sobre el autor:

César Escajadillo Saldías

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