El Ordenamiento Territorial (OT) se encuentra actualmente estancado por requisitos excesivos y no indispensables como el de elaborar primero una Zonificación Ecológica Económica (ZEE) y luego realizar 7 estudios especializados. Pero también por la extendida confusión sobre para qué sirve. Su principal utilidad es como herramienta de gestión para impulsar un modelo de desarrollo territorial sostenible, que armonice los objetivos de desarrollo económico y social expresados principalmente en proyectos de desarrollo económico y de infraestructura, con la conservación de la naturaleza y la calidad ambiental. Esencialmente, esto significa que los proyectos del Plan Concertado de Desarrollo Regional o Local deben articularse espacialmente a fin de compatibilizarlos e integrarlos en el marco del modelo territorial deseado.
La importancia del OT es fácil de entender cuando se observa el caótico desarrollo de los usos del territorio en el Perú, los problemas de vulnerabilidad a riesgos de desastres, desarticulación vial, carencia de servicios básicos en poblaciones que se desarrollan de manera espontánea y sin planificación, ausencia de zonificación urbana, entre otros. Sin embargo, la errada idea de que el OT sería la herramienta pertinente para decidir sobre la viabilidad ambiental de los proyectos mineros, ha contribuido de manera decidida a su estancamiento, al crear desconfianza en el sector empresarial de que esta herramienta se pueda usar para bloquear el desarrollo de la minería. Empero, el OT y la ZEE solo se elaboran en base a mapas, vistas de satélite y visitas de campo; una información claramente insuficiente para decidir si realizar o no un proyecto minero.
La fase de exploración minera involucra realizar perforaciones para identificar el perfil del subsuelo y las características de la veta mineral, con lo cual es también posible determinar los impactos ambientales y definir las medidas de mitigación necesarias. Pretender decidir sobre la explotación minera sin contar con esta información detallada indispensable, no es lo más sensato. De allí que sea el Estudio de Impacto Ambiental el instrumento adecuado para garantizar la viabilidad ambiental de los proyectos mineros.
La idea de determinar a través de la ZEE y el OT dónde se puede realizar proyectos mineros ha sido una reivindicación de los sectores opuestos al desarrollo de esta actividad económica, desafortunadamente compartida por muchos otros sectores debido a la confusión generada. Y ello se refleja en la discusión sobre si los planes de OT deben ser vinculantes o no, que de otro modo no habría surgido como una cuestión supuestamente relevante.
Esta idea equivocada ha llevado al sector empresarial a pensar que el OT sería una traba para la inversión privada. Superar esta confusión y entender que el OT es un instrumento valioso de planificación, que no representa una barrera para el desarrollo de la inversión minera ni ninguna otra, debería ayudar a que nuestro país elimine los obstáculos para extender su uso en los diferentes niveles de gobierno.
Artículo publicado en El Peruano (28/08/2017)
Sobre el autor:
William Postigo De La Motta
Docente de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya