La ética, la verdad y la dignidad son valores humanos, de alcance universal importante para todos; estos valores están asociados a la credibilidad, la reputación, el servicio, pero sobre todo tienen una centralidad en el respeto por la persona humana. El común denominador de dichos valores es que tienen una base de justicia y reconocimiento, vinculado a la alteridad. Es decir a un sentido de ágape, donde existe reciprocidad con el prójimo, “no como el que se halla próximo, sino como aquel al que uno se acerca. Por lo que la prueba de la credibilidad del discurso del ágape, consiste en la dialéctica entre el amor y la justicia, abierta por este acercamiento”, comenta el filósofo Paul Ricoeur.
Ser éticos hoy en medio de la corrupción, la mentira, la manipulación o la violencia, es un valor que reclaman los ciudadanos, las instituciones y la opinión pública como parte de mecanismos de búsqueda por la paz, la verdad y la dignidad. Con ello, la ética se está posicionando como un tema educativo prioritario en la vida cotidiana de las familias y las instituciones. Es justamente ese acercamiento a los otros lo que va determinando nuestras identidades públicas y privadas, en diferentes situaciones sociales y desde diferentes roles y posiciones. Este es un aprendizaje social que se renueva y florece constantemente, en la escucha atenta y respetuosa.
La información y la comunicación tienen un fuerte componente en los procesos éticos y la búsqueda de la verdad, porque reúnen datos para el análisis y el debate; facilitan capacidades, intervenciones y escuchas donde se alternan los diferentes actores o agentes sociales.
Desde esta perspectiva, los medios y los profesionales comprometidos con los valores éticos, promueven la ética, la verdad y la dignidad; tratando de leer la realidad como si fuera un texto, para aprender de esa realidad, integrada por personas que tienen aspiraciones y necesidades. Por ello, lo ético no es una cuestión solamente de normas, abstracciones o intangibles, la ética es una diversidad de comportamientos sociales, de posiciones, por ejemplo de las personas frente a temas como la exclusión social, las libertades y la lucha contra la corrupción.
La ética se comunica hoy también, a través de los múltiples medios de información y comunicación, como el WhatsApp y las redes sociales, donde va surgiendo una opinión pública que emite comentarios y respuestas positivas, que contrastan con críticas y denuncias frente a injusticias, falta de pluralismo o intolerancia.
Cada vez más, los procesos de representación institucional establecen mecanismos, espacios y formatos de información y comunicación para interactuar con sus públicos y usuarios; para dar a conocer valores éticos, y así evitar que posiciones que podrían ser unilaterales, o con conflictos de interés, manchen la honra y la fama de las instituciones en su relación con la sociedad.
Lea el artículo publicado en el diario El Peruano
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Franklin Cornejo