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3 diciembre, 2020

[Artículo] Elsa María Baronio: Universidades en primera fila

   Durante décadas se concibió a las universidades como instituciones con un alto nivel de especialización, generadoras de conocimiento y como el motor de los países para dotar de profesionales competitivos. Muy loables todas estas cualidades atribuidas a las universidades, pero ninguna vinculada con una intervención directa en la vida de los ciudadanos, en el plano de la atención de una necesidad inmediata a nivel más personal. La situación de pandemia ha evidenciado, sin embargo, el potencial de la academia como actor clave para enfrentar situaciones de crisis.

Nunca como ahora, los aportes de las universidades han sido tan visibles para la comunidad en general. Hemos sido testigos de cómo en pocas semanas de iniciada la emergencia sanitaria, se gestaron iniciativas para mantener informada a la población sobre las medidas ante la COVID-19, centros de escucha que reenfocaron sus funciones para atender a cientos de familias que ingresaron en situaciones de duelo y clínicas jurídicas organizadas para brindar orientación legal a población vulnerable como los migrantes, entre otras muchas iniciativas. 

En las universidades vinculadas a ciencia y tecnología, expertos crearon dispositivos de ventilación mecánica y de oxígeno no invasivo. Recordemos esos días angustiantes en los que tener salud y no depender de un balón de oxígeno se convirtió en lo más preciado de la vida. En paralelo, se desarrollaron prototipos de plantas de oxígeno, se probaron trajes para evitar el contagio entre el personal de salud y se diseñaron pruebas moleculares.

Conforme pasaron los meses, otras necesidades surgieron. La virtualización de las clases universitarias se logró con sus evidentes retos ante una situación de esa magnitud (100 % de las clases y de los servicios virtuales); pero, además, la academia potenció los contenidos con docentes invitados internacionales y webinars de excelente calidad educativa.

Sin embargo, no fue así en el sector de la educación básica, por lo que las universidades decidieron salir al frente una vez más y se convirtieron en medios para canalizar y organizar apoyo de acompañamiento académico a escolares de regiones con problemas de conectividad. Vimos cómo se elaboraron guías en casa para los más pequeños que, de un momento a otro, se quedaron sin escuela, sin docentes, sin compañeros. Así también, se brindó capacitación docente en las TIC y otras herramientas para potenciar el aprendizaje virtual.

Las universidades también se han dado un tiempo para la reflexión académica. Y es que, ante una crisis que transformó nuestra vida, era momento de hacer un alto en medio del caos y mirar hacia el futuro, reflexionar sobre los aprendizajes, sobre lo que nos hará mejores como profesionales, pero, sobre todo, como humanidad. De esta manera, la universidad se puso también en primera fila, como un importante ente articulador que quiere ser parte de la solución.

 

Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 3/12/2020

Sobre el autor:

Elsa María Baronio

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