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17 julio, 2020

[Artículo] Isabel Berganza: Nuestros migrantes internos y la COVID-19

  El fenómeno de la migración interna en el Perú no es nuevo. Estábamos acostumbrados a que las personas de las regiones llegasen a la capital a residir para buscar un mejor futuro y mejores servicios. Sin embargo, la crisis económica y social originada por la pandemia del COVID-19 ha modificado el origen y el destino de estos flujos migratorios. En abril comenzamos a ver en las noticias a personas o familias en las carreteras cargando sus pertenencias intentando llegar a sus lugares de origen.

Según datos del gobierno, más de 167.000 personas se empadronaron para salir de la capital y recibir ayuda de los gobiernos regionales para su traslado y llegada. Hemos vivido un éxodo de la ciudad al campo. Las personas perdieron su trabajo o se vieron imposibilitados de conseguir dinero para su supervivencia diaria. Ello provocó que no tuviesen posibilidad de pagar el alquiler ni para alimentar a sus familias. Antes de morir de hambre, prefiero arriesgarme a ser infectado en la travesía de regreso a mi región, era el testimonio de muchos de los desplazados.

Este fenómeno nos debe llevar a plantearnos dos temas centrales. Por un lado, esta realidad nos demuestra que aún hay mucho por trabajar para lograr una integración efectiva de la migración interna que llegó a la ciudad. Se necesitó menos de un mes para que las personas se viesen en la pobreza extrema. Este colectivo que había llegado buscando un futuro mejor para ellas y sus familias vio truncada su proyecto. Tuvieron que migrar nuevamente para poder sobrevivir. Sin duda, son diversos factores los que han llevado a esta situación, precariedad laboral y de vivienda o carencia en la asistencia sanitaria, entre otras. Hay que revisarlas y plantear políticas que nos ayuden a superarlas.

Ahora que las poblaciones han regresado a sus lugares de origen es muy importante preguntarnos si podrán ser atendidos sus derechos a la salud o a la educación, o si las regiones tendrán los recursos, no solo económicos, para hacer frente a esta población recién llegada. Esto último es una alerta, ya que muchas de estas personas han retornado a vivir a provincias que experimentan niveles de pobreza monetaria superiores a los de la capital. Tendrán, nuevamente que reconstruir sus vidas, sus proyectos en entornos precarios, en los que cualquier nueva crisis les obligará a tener que migrar nuevamente en busca de este futuro mejor que todos soñamos.

Vivimos tiempos de grandes desafíos. Repensar los procesos de descentralización será clave para enfrentar como sociedad y como Estado fenómenos como la COVID-19. Es muy importante que la reactivación económica también incluya a esta nueva migración para evitar que caigan en la pobreza extrema. Esto generará que los diversos colectivos vulnerables, ante otra crisis sanitaria o de otra índole, no pasen a vivir en peores condiciones. Es un compromiso social que nos toca asumir a todos.

 

Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 16/07/2020

Sobre el autor:

Isabel Berganza

Vicerrectora académica de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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