El temor durante y después de la pandemia es fuerte y, totalmente, entendible. No tener trabajo o dinero crea muchas frustraciones. Lo más importante es no perder la esperanza y saber que si nos apoyamos seguiremos adelante.
En lo que va de la pandemia, dos tópicos han quedado totalmente demostrados: que nuestros actos tienen repercusión en los otros y lo importante de estar prepararnos ante cualquier crisis. Prever es la palabra clave. El mayor temor es no tener una respuesta, el no tener una salida, pero los peruanos somos creativos y no es la primera vez que nos pasa. Todavía recuerdo 1989 cuando, de un día a otro, mis veinte horas de clase en una institución del Estado solo me servían para comprar un tarro de leche. Y, todavía estoy aquí y siguen estando los padres y abuelos de los adolescentes que hoy llevan sus clases virtuales y se enfrentan a grandes desafíos de aprendizaje.
Reinventarnos, estar abiertos al cambio y no desmayar son actitudes que nos caracterizan.
Por ahora, empecemos siendo solidarios, empáticos, humanitarios; apoyemos al que menos tiene –en acceso, en saber, en recursos–; luego brindemos oportunidades –compremos a los pequeños comerciantes, contratemos a los independientes–; colaboremos en el ahorro –de energía, de recursos– y compartamos lo que tenemos, lo que no usamos.
Después, comencemos a demandar-proponer cambios para los distintos sectores que nos permitirán la sobrevivencia, como el de salud que debe contar con la infraestructura necesaria y personal permanentemente capacitado. Debemos empezar por una cultura de la prevención, del cuidado y no solo de la atención cuando ya se está enfermo. El saber alimentarse, el saber ejercitarse garantizará abordar la edad adulta con mejores probabilidades de vida; así como también prevenir la salud emocional, la resiliencia, el manejo de estrés y la convivencia.
Otro sector que debe ser reforzado es el de las telecomunicaciones. El acceso libre a la virtualización es una necesidad. Para evitar las brechas, las diferencias y la pérdida de oportunidades, todas las familias deben de contar con tecnología y con acceso a recursos diversos que les permita acceder a los grandes beneficios del internet.
Es obvio que el sector educativo debe ser modificado. Cambiemos la idea de que el maestro es el único portador del saber, del conocimiento. Estructuremos la educación para aprender de modo interdisciplinar, incidiendo en lo relevante. Incentivemos el deseo por el aprender, por el crecimiento permanentemente. Lleguemos a la universidad para discutir, investigar, mejorar con y para el otro, pues el ser humano debe ser la esencia.
Demandemos presidentes, congresistas, legisladores que comprendan que el país es de las personas y no solo de las empresas; que el dinero va y viene; que el tener más no nos hace mejores y que la felicidad más grande es estar con los nuestros, con los que amamos.
El artículo fue publicado en el Diario Oficial El Peruano el 16/04/2020
Sobre el autor:
Jenny Canales Peña
Directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya