Hemos escuchado, quienes somos docentes universitarios, que muchos de nuestros estudiantes son la primera generación universitaria de su familia, es decir, que sus padres no comparten con sus hijos el mismo nivel de estudios. Y, me pregunto ¿la pandemia qué ha provocado o evidenciado en sus hogares?
Los padres y las madres de estos estudiantes que, durante su etapa laboral, ejercieron trabajos técnicos o manuales tienen un ritmo de vida diferente al de uno que realiza estudios superiores, prioritariamente porque la academia no se desvincula de quien la sigue al cerrar el libro, terminar la clase o apagar la laptop. El reflexionar, cuestionar, interpelar el entorno es un trabajo constante, que se potencia con las múltiples posibilidades de acceso a la información que ahora se dispone.
En la universidad una de las tareas más importantes es el formar el pensamiento crítico, esto es comprender y argumentar con raciocinio y sensibilidad los diversos aspectos del entorno propio o común.
Los progenitores, en algunos casos, no comprenden tampoco los productos que se obtienen de las clases, pues no necesariamente estos son vistosos o coloridos y más bien están llenos de palabras sin figuritas que las adornen. Lo cual puede parecer insulso si es que uno no se detiene en la significación o el contenido de los mensajes.
Tampoco es fácil de entender las obligaciones que se generan en torno al trabajo en equipo, el ordenar el tiempo para evitar el ruido o las distracciones, el revisar el material conjunto para avalar su contenido, las múltiples coordinaciones que ello implica y que ahora se tienen que compartir con las tareas domésticas obligatorias y necesarias para la convivencia.
Pensar en equipo es más que fragmentar una tarea. Es decidir, evaluar, elaborar la mejor estrategia para llevar a buen fin la tarea encomendada. Para ello se requiere tiempo de ocio creativo, que aporte y que es fundamental para la elaboración de ideas.
Por otro lado, si el estudiante es de primera generación de universitarios, probablemente, todavía no tenga una biblioteca implementada en casa ni acceso a herramientas propias ni escritorio, computadora ni incluso un espacio para el estudio. El esfuerzo descomunal de muchos padres se centra en conseguir el dinero para la pensión educativa y, los otros requerimientos, al no ser conocidos por ellos, pasan a segundo plano.
Finalmente, esta pandemia obliga a permanecer en casa la mayor parte del tiempo, por lo que las discusiones con pares o con algunos docentes se ha visto restringida y no es posible incrementar, en proporción similar a la etapa presencial, el saber. Parafraseando al padre Newman, la universidad es el espacio en donde el estudiante vive, come y conversa con otros estudiantes para aprender a socializar, a entender a otros seres humanos como él.
Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 29/04/2021
Sobre el autor:
Jenny Canales Peña
Directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya