El rechazo hacia extranjeros en el Perú parece ser una realidad que no se limita a las redes sociales, en las que se ha venido manifestando un rechazo abierto a la presencia de inmigrantes en el país, en particular al acceso a posibilidades de trabajo y servicios de salud o educación. El rechazo también se ha registrado en la calle, el transporte público, espacios laborales y educativos, entre otros. Si bien estas manifestaciones son principalmente dirigidas a personas de Venezuela -uno de los grupos más numerosos y crecientes de inmigrantes en Perú en la actualidad- no parecen estar restringidas solamente a este grupo y parecen ser más frecuentes de lo que pensamos.
Un estudio realizado por la Escuela de Psicología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya con refugiados y solicitantes de asilo de 15 nacionalidades distintas encontró que 58% de las personas encuestadas se habían sentido discriminadas en el Perú, en distintos espacios, como el trabajo, medios de transporte o la calle. En la mayoría de los casos, la principal razón de discriminación fue la nacionalidad, lo que fue mencionado por encuestados de países como Colombia, Venezuela, Cuba, Haití y Siria, entre otros.
¿Por qué debería preocuparnos este tema? En primer lugar porque la discriminación puede atentar directamente con los derechos básicos de personas extranjeras en el Perú. En el caso de refugiados y solicitantes de asilo, la ley peruana -basada en acuerdos internacionales y aprobada en el año 2002- establece que tienen los mismos derechos que un extranjero residente, como el derecho a trabajar y acceder a servicios básicos. Sin embargo, de acuerdo al estudio mencionado, la discriminación sí representa un obstáculo importante para el acceso a empleo y a servicios de salud o educativos. Un estudio con otros inmigrantes -que no son refugiados o solicitantes de asilo- en Perú también reportó dificultades similares.
En segundo lugar, el Perú ya cuenta con altos niveles de discriminación y exclusión, en base a características físicas, culturales, orientación sexual, etc. El rechazo a la presencia de extranjeros, entonces, estaría sumándose y volviendo más complejos los procesos de exclusión en el Perú. No hacer nada significaría dejar que los procesos de discriminación continúen y crezcan, profundizando la fragmentación propia de nuestro país.
La manera de afrontar esta situación es compleja y va a requerir del esfuerzo de distintos actores. El estado, desde instancias como el Ministerio de Relaciones Exteriores y Ministerio de Educación, debería analizar qué mejoras pueden ser convenientes en políticas y programas para adaptarnos al aumento de migración en el Perú. En este análisis, se debe considerar que las políticas públicas no solo deben centrarse en permitir el acceso a empleo o servicios a personas extranjeras, sino también en preparar a la sociedad receptora para acogerlas. Para esto, puede ser útil revisar las experiencias de diferentes países como el caso de Canadá que ha implementado políticas interesantes que -lejos de ser perfectas- han permitido dar pasos importantes hacia la valoración de la multiculturalidad.
Artículo completo en la Plataforma Comadres, un espacio que busca posicionar el trabajo de las mujeres jóvenes en el análisis de la política nacional e internacional.
Sobre el autor:
Patricia Cabrerizo
Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya