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7 noviembre, 2017

[Artículo] Las últimas de la fila

        En 1990, Perú ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño y se comprometió a garantizar que se cumplan en todo el territorio peruano y para todos los niños y niñas. Adoptar ese tratado fue valioso, pero veintisiete años después sabemos que fue insuficiente, en particular para las niñas y las adolescentes que siguen siendo las últimas de la fila, las que menos acceden a educación y salud, las que más sufren la violencia, en especial la violencia sexual.

Hay gestos simpáticos que el Gobierno viene dando y da indicios de que la vida de las niñas mejorará, pero en la política son las evidencias las que deben demostrarlo. El 11 de octubre en conmemoración del Día Internacional de la Niña, varias menores asumieron, simbólicamente, el despacho de entidades del Estado como ministerios, el Poder Judicial y las FF. AA. y policiales. Esto hizo posible que hagan escuchar su mensaje: ¡No más violencia contra las niñas y adolescentes!

Las Naciones Unidas declararon “el día de la niña” porque su condición requiere especial atención, dado que son las que menos concluyen la educación básica; constituyen la mayoría de casos de violencia sexual; y son las que menos participan en la sociedad. Esto debido a que persiste la reproducción de la cultura patriarcal y machista en diferentes ámbitos de la sociedad.

El proceso de desarrollo de las niñas, que desde muy pequeñas son criadas y socializadas en sus familias y en las escuelas con sumisión, está marcado por una actitud de subordinación en relación a los varones, lo cual se expresa en las aulas escolares y en sus relaciones interpersonales. Es altamente probable que cuando sean adultas incrementarán los casos de violencia familiar, ganarán menos que los varones, estarán limitadas de apoyar a sus hijos en las labores escolares y reproduciendo el mismo patrón generación tras generación.

Invertir en la educación de las niñas, hacer realidad la transversalización del enfoque de género en todas las políticas públicas, es una urgencia que tenemos como país y una deuda histórica con todas las mujeres, las que murieron, las que sobreviven y las que están por nacer.

Los docentes siguen siendo una voz reconocida, de allí la importancia de su rol en la educación, no solo de los niños, también de los padres y de la comunidad. Si bien son muchas las expectativas colocadas en los docentes y poca la retribución y el reconocimiento que merecen, es indispensable renovar compromisos y asumir con responsabilidad lo que nos toca en cada aula, si es que realmente queremos una educación progresista, liberadora y realmente formadora de los nuevos ciudadanos peruanos.

Necesitamos a las niñas en primera fila, ganando seguridad personal y autoestima. Las necesitamos organizadas y participando en la escuela; las queremos mirando a los ojos, manifestando su sentir y pensar. También necesitamos a niños respetuosos de las niñas, democráticos, varones sin prejuicios.

Publicado en El Peruano (06/11/2017):

Sobre el autor:

Rossana Mendoza Zapata

Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

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