La pandemia ha brindado a la educación internacional una enorme oportunidad de colaboración y una inmensa responsabilidad de promover el acceso a la conectividad. Aunque no se puede reemplazar la experiencia de viajar y estar físicamente inmerso en una cultura. La internacionalización en casa: la integración de dimensiones internacionales e interculturales en la currícula formal e informal para todos los alumnos en ambientes nacionales (Belen&Jones, 2015), ofrece a las universidades una nueva forma de acercar a sus alumnos y profesores al mundo. Revoluciona la noción de que los programas internacionales solo se pueden realizar si hay presupuesto en las familias para asumir el costo de los pasajes, la estadía y la pensión, y si el estudiante dispone de tiempo libre como para pasar un semestre en otro país. Asimismo, nos motiva a incluir la internacionalización en nuestras vidas de una manera más integral y no como una experiencia que se vive una sola vez.
En Perú, existen experiencias de la internacionalización en casa, en el sector de la educación superior. Desde marzo del 2020, dejamos de enviar a estudiantes al extranjero por la pandemia, sin embargo, junto con nuestros aliados y redes se encontró la forma de seguir conectándonos. Así, iniciamos varios programas nuevos integrando la virtualidad, la crisis sociosanitaria, el pensamiento crítico, el diálogo y la interculturalidad. Con la Universidad de Georgetown realizamos un conversatorio de diez semanas con alumnos de Lima, Cusco, Cajamarca, Apurímac, Ica, EE.UU., Europa y Asia. Formaron grupos de diálogo y publicaron una revista digital sobre los impactos y posibles soluciones de la pandemia.
La pandemia nos ha retado a explorar nuevas vías de colaboración y nuestra manera de relacionarnos con el mundo. La internacionalización en casa es una incitativa que hay que mantener como un aporte importante para la educación y la sociedad, y no solo una alternativa en tiempos de pandemia. Da la oportunidad de tener mayor diversidad y participación que genera un panorama más completo y real de cada país. Eso facilita la colaboración para la creación de soluciones e iniciativas basadas en las distintas perspectivas y experiencias de las personas y no teorías separadas de la realidad.
La educación internacional produce un beneficio e impacto personal y colectivo. Son experiencias que nos cambian y nos conmueven a querer nuevos lugares, culturas y personas. Ello nos permite ver el mapa mundial de una manera distinta y nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Dejamos de ver sus formas geográficas y empezamos a verlas como extensión de nuestra casa, con los rostros que forman cada país y los recuerdos que nos han marcado. Esta nueva mirada más humana nos permite ser más solidarios, conscientes y participativos como ciudadanos globales que comparten una casa común.
Artículo publicado en El Diario Oficial El Peruano el 10/06/2021
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Lauren DeVeau