Desde muy niño, cuando iba al colegio, no entendía cómo podía haber personas que se pudieran parar en un aula frente a un grupo de chicos revoltosos e inquietos, y con una sonrisa sutil iniciar una clase. No comprendía qué movía a esas personas a dedicar su tiempo, teniendo una brillantez y discernimiento envidiables para desmenuzar cada palabra y convertirla en conocimiento.
Tengo el recuerdo de muchos profesores que marcaron el sendero de mi vida, me regalaron experiencias, sueños, anhelos y metas; que me transportaron por regiones, montañas, ríos y estepas; que me llevaron de la mano por la historia, centrándome en cada época, lugar y epopeya, haciéndome vivir las conquistas y derrotas; que enumeraban complejos axiomas y figuras geométricas que articulaban ángulos y que se convertían en volúmenes, pesos y masas.
Cada paso de mi vida ha sido un encuentro con aquellas personas que no dudaron en entregar su tiempo a una labor tan compleja como es educar y que no dudaron en responder cada día a nuestras inquietudes y hacernos trascender gracias a la pasión con que transmitían sus conocimientos.
Hoy la disyuntiva es cómo diseñar un modelo educativo que transforme e impulse, que nos permita mirar la historia y proyectarla, que nos induzca al razonamiento, la comprensión y la motivación. Un modelo que genere un cambio en el que seamos capaces de la crítica con amplio pensamiento, con discusión alturada, sensibilidad y criterio. Lograr ciudadanos que, comprometidos por el bien común, entiendan que nos encontramos en un mundo globalizado formado por diferentes estilos de pensamiento, actitudes y características (Baby Boomers, Generación X, Millennials, Generación Z), personas que expresan diferencias y buscan soluciones, y que deben ser escuchadas.
Pensar en este logro y madurez de espíritu podría dejar una mirada efímera a la propuesta. Sin embargo, muchos países han logrado trascender a esta posibilidad y hoy se mueven en el desarrollo social absoluto que ha permitido abolir desigualdades; ha contribuido a crear ciudadanos motivados, capaces de aprender y resolver problemas de forma creativa, aceptando los espacios de otros, la vulnerabilidad, la igualdad y la equidad.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) promueve la prueba PISA, que está diseñada para conocer competencias, habilidades, aptitudes y pericia de los estudiantes; asimismo, estas permiten evaluar las características con las que los jóvenes enfrentarán situaciones que se les presentarán en su vida adulta.
Tenemos una base concreta, basada en los resultados obtenidos a la fecha, que nos marca hoy un derrotero hacia donde debemos construir nuestro marco educativo. Los modelos están en la vitrina de los países que han logrado un desarrollo social próspero y sostenible. No necesitamos idear nada respecto a ello, solamente adaptarlos a nuestra realidad.
Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 10/09/2020
Sobre el autor:
Mario Roncal