Miguel Flores Galindo
¿Por qué es pobre el pobre?
En estos tiempos es común pensar que el pobre es el único responsable de su pobreza, que ésta se debe a que no tiene mentalidad de rico.
Estamos rumbo a una segunda vuelta electoral, donde una de las estrategias ha sido la exaltación del miedo al comunismo. El temor a que el país se convierta en Venezuela, a perder los ahorros, a perder el fruto del trabajo. Este temor se enraíza con más fuerza en aquellos que tendrían más que perder, la clase media y alta.
En estos tiempos es común pensar que el pobre es el único responsable de su pobreza, que ésta se debe a que no tiene mentalidad de rico. En contraste, el que no es pobre tendría bien ganado lo suyo en base a su esfuerzo. Paradójicamente esta creencia convive en muchos con su temor al comunismo donde temen empobrecerse por factores externos a ellos. La idea de que todo depende del esfuerzo personal parece no ser tan consistente.
Claro está que un cambio de modelo no es poca cosa. Así la idea de que el pobre es pobre porque no se esfuerza se puede acotar, especificar y mantener. Podríamos sostener que “el pobre es pobre porque no se esfuerza” se cumple solo en una economía de libre mercado. Pero en lugar de ir por la salida más evidente analicemos el caso un poco más.
El temor al comunismo responde al peligro de que se pierdan los medios que permiten al sujeto mantener su estándar de vida. Esos medios son diversos, pero voy a resaltar tres: Primero el capital adquirido, temen perder sus ahorros ya sea por un acto dictatorial o por la caída de la moneda nacional. Segundo, la seguridad de la inversión, temen perder la predictibilidad sobre el retorno de sus inversiones. Y tercero, al perder la predictibilidad de la inversión temen que la inversión disminuya y como resultado tengamos desabastecimiento y/o aumento de los precios. Un panorama ciertamente aterrador.
Ahora bien, si el miedo al comunismo se basa en la pérdida de los medios que permiten a los sujetos el éxito, preguntémonos si el modelo actual permite a los mismos sujetos, el éxito. En el primer punto el comunismo es el riesgo de perder el capital. Existen hoy muchos, que no tienen capital. Porque el que nació pobre no tiene dinero de la familia para invertir, no tiene acceso a educación para generar el capital técnico o intelectual y no tiene conexiones sociales que le ayuden a insertarse laboralmente. El que nació pobre es un empresario sin capital. Segundo, su inversión le preocupa desde siempre. Bien porque tiene poco o nada que invertir y no tiene acceso a crédito; o bien porque lo que invierte está siempre en riesgo de que algún capital mayor lo arrase. En tercer lugar, el miedo al comunismo se asocia al miedo al abastecimiento y al encarecimiento de los bienes. Pero muchos en nuestro país ya viven pagando un agua de cisterna más cara que el agua que circula por las cañerías, ya viven gastando 6 horas diarias en trasporte público y por tanto su jornada laboral es en la práctica más larga, aunque gane lo mismo. A muchos en nuestro país no les importa si el internet se encarece porque a cualquier precio es inalcanzable en tanto no hay señal en su localidad. Estas entre otras son las condiciones que hacen que se cumpla la afirmación de Stiglitz: “El 90 % de los que nacen pobres permanecerán pobres y el 90 % de los ricos permanezcan ricos”. En ambos lados hay lugar para los excepcionales, pero de todo el esfuerzo de los pobres muy pocos serán recompensados. Mientras de toda la imprudencia de los ricos una cantidad mínima será castigada.
Si vamos a sacar algo productivo de esta encrucijada política sería tratar de ser coherentes. Si tú o tu amigo temen al comunismo solo queda reconocer que el pobre no es pobre por flojo sino porque ya vive en condiciones similares a las que otros temen.
Si desde arriba se sigue negando las condiciones de inequidad, el progreso de uno seguirá fundado sobre el atraso de los otros y se seguirá vendiendo ilusiones para silenciar al no privilegiado y ocular esa cruda realidad. Solo si la sociedad reconoce la inequidad podremos lograr un modelo de desarrollo que avance junto al otro y no pisoteando al otro ¿Será posible?
Artículo publicado en la Revista Ideele el 06/05/2021
Sobre el autor:
Miguel Flores Galindo
Jefe de la Oficina de Formación Humanista de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.