Al no poder desplegar sus malos modales, ha aparecido como más apagado. Quizás por eso Biden comenzó, desde su primera intervención, a criticarlo severamente.
El encuentro entre Donald Trump y Joe Biden ha sido más ordenado que el anterior. Ahora sí se ha parecido a un debate y ha puesto en evidencia que una cosa es Trump con el micrófono abierto y otra sin él.
Al no poder desplegar sus malos modales, ha aparecido como más apagado. Quizás por eso Biden comenzó, desde su primera intervención, a criticarlo severamente. Pero dentro de un marco establecido, más democrático, donde no se debe interrumpir al adversario. Trump no funciona bien así.
Tiene que desbordarse, tiene que agitar las manos y gritar. Luego el mandatario remontó y cargó contra su adversario, pero sin propuestas concretas y tratando de ocultar sus vacíos. Por ejemplo: colgarse de la esperanza de la vacuna, cuya llegada antes del día de votación ya casi es imposible, no aparece como un argumento consistente.
Decir que “él era el menos racista en la sala” es algo que tal vez no se lo crea ni Melania Trump. De allí que Biden haya aprovechado para decirle, a él y al público, que el republicano no debería estar allí, que no es su sitio, aun cuando él tampoco haya hecho propuestas muy específicas.
El exvicepresidente de Obama sí dijo, al menos, que pondría regulaciones para controlar la pandemia, que promovería el uso de energías renovables, que establecería sistemas sanitarios de más alcance. Se mostró como alguien más preocupado por la gente que por los negocios.
Trump, en cambio, apeló al argumento de la libertad, que puede conectar con parte de la sociedad norteamericana. Y le espetó a Biden el querer cerrar el país, el no haber hecho “nada” cuando estuvo al lado de Obama. Incluso llegó a decir que él se había metido en política por eso.
Ese fue un momento en que acaso el ‘granítico’ Trump deslizó un cierto cansancio de estar donde está. Sin micrófono abierto, con un rival que lo atacaba pero mantenía los modales, apareció algo opaco, solo capaz de echarle lodo a su adversario acusándolo de corrupción.
El primer debate fue una pelea callejera. Este ha sido un round más organizado, donde Biden ha ganado por puntos claramente. Más plantado, con más menú político y otra vez mirando a la pantalla, dirigiéndose al ciudadano. El ‘tío Joe’ ha mostrado nuevamente su adultez.
Más de 47 millones de personas ya han votado en EE. UU., de modo que la incidencia de lo ocurrido anoche va a ser mínima. Tal vez sí anime a más gente a ir a votar, en la conciencia de que estas elecciones son cruciales para evitar cuatro años más de desvaríos políticos.
Artículo publicado en La República el 24/10/2020
Sobre el autor:
Ramiro Escobar
Docente de Relaciones Internacionales de la carrera de Ciencia Política (CIPO) de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya