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16 febrero, 2021

[Artículo] Ricardo L. Falla: Astor Piazzolla, 100 años de un gigante

América Latina ha dado compositores de primer nivel a lo largo del siglo XX, muchos de los cuales tienen un lugar preponderante en la historia de la música moderna y contemporánea. Sobre todo, porque lograron unir la experiencia popular con la elaboración académica. Uno de ellos, fue el maestro Astor Piazzolla.

En la ciudad de Mar de Plata, el 11 de marzo de 1921, nació Astor Piazzolla, bandoneonista y compositor argentino, quien logró modernizar al tango, enriqueciéndolo con el lenguaje formal de las vanguardias musicales del siglo XX e inyectándole una nueva estética que lo hizo universal.  Viendo en conjunto la importancia de su obra, se puede decir que hay un tango antes de Piazzolla y otro tango, después de Piazzolla.

Sin embargo, el ejercicio innovador de Piazzolla no podría haberse dado si el bandoneonista no hubiera tenido una relación amical y académica con otros de los grandes compositores argentinos del siglo XX, Alberto Ginastera (1916-1983). En efecto, Ginastera fue el puente que unió la tradición tardo romántica, de corte nacionalista, con la invención sonora de las primeras vanguardias.  De hecho, Alberto Ginastera dirigió por varios años el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato Di Tella, que tuvo como profesores visitantes a compositores tan notables como Luigi Nono, Iannis Xenakis, Bruno Maderna, Olivier Messiaen, entre otros. Asimismo, la formación de Piazzolla también se enriqueció gracias al vínculo académico que tuvo con la célebre compositora, pianista y directora francesa Nadia Boulanger. Con tamaños maestros, Piazzolla estaba en posesión de una educación musical notable.

Pero esta sólida formación musical en la estética vanguardista, se cimentó sobre la experiencia que Piazzolla tuvo como músico de orquesta de tango en su juventud, con los conjuntos de Francisco Lauro, Gabriel Clausi y, sobre todo, del célebre Aníbal Troilo. Justamente, en el periodo final de su actividad con Troilo, Piazzolla empezó su relación amical y académica con Ginastera.

El contacto con la manera de entender la música de Ginastera y la educación composicional recibida en Francia por Nadia Boulanger, condujo a Piazzolla a un camino de no retorno: reinventar la música porteña. Al extremo que los puristas del género acusaron al maestro Astor de “asesinar al tango”.

Así, desde mediados de los años cincuenta, hasta su muerte, ocurrida en 1992, Astor Piazzolla produjo obras notables, tanto instrumentales como cantadas. De las obras con texto, sobresalen las que hizo con el poeta uruguayo Horacio Ferrer, entre ellas, “Balada para un loco”, “Chiquilín de Bachín”, “Preludio para el año 3001”. Y en la composición instrumental, una inmensidad de joyas: “Adiós, Nonino”, “Libertango”, “Oblivion”, “Le grand Tango”, “Milonga del Ángel”, “Mumuki”, “Tres minutos con la realidad”, “Buenos Aires hora Cero”, “Introducción a héroes y tumbas”, etc., etc. Son tantas composiciones de calidad, que es imposible elaborar una lista que haga justicia a su talento.

La mítica bonaerense nos remite a un conjunto de artistas, intelectuales y animadores culturales, que hicieron de la “ciudad de la furia”, uno de los ecosistemas sociales más estimulantes del continente americano. Recordar a Piazzolla es ponderar a nuestras ciudades; ciudades vivas, que dieron creadores de talla mundial. Piazzolla nos hace reencontrarnos con lo mejor de un país tan querido, como Argentina.

 

Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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