Hace ya algunas décadas, durante excavaciones arqueológicas en la costa norte del país, se encontraron impresionantes entierros de individuos de sexo femenino que datan de 1500 a 1000 años atrás. Estas mujeres estaban acompañadas por objetos extraordinarios hechos por maestros artesanos y llevados hasta sus tumbas desde lugares tan lejanos como la costa y sierra central peruana o las costas de Ecuador; objetos que, según su cosmovisión, las identifican como personas que detentaron mucho poder en este y otros mundos. A las mujeres centrales de estas tumbas, por sus pieles tatuadas, textiles, copas, impresionantes adornos y, estar rodeadas de arquitectura llenas de simbolismo, se les ha llamado “Sacerdotisa de San José de Moro”, “Dama de Cao”, y “Dama de Chornancap”. Este ha sido un escenario que no encajaba con el entendimiento del manejo del poder en las sociedades Moche y Lambayeque, y por lo tanto, se les ha buscado encajar en la estructura imaginaria de poder político masculino (que es el único desde el que se nos enseña a hacer preguntas de investigación).
Pero, si las “Damas o Sacerdotisas” han tenido la suerte de ser incorporadas en esta mirada unívoca de la historia, sus acompañantes, aquellas que no son “damas”, ni siquiera han tenido ese destino. Sobre estas otras mujeres que no ocupan las portadas de las revistas especializadas, incluso es difícil encontrar descripciones. Estas otras mujeres aún sin historia y, hay tantas preguntas que hacernos sobre ellas. ¿Habrían sido mujeres nacidas y criadas en lugares cercanos del lugar en donde fueron sacrificadas? ¿fueron del mismo linaje o grupo familiar que el individuo central? ¿Estudiar su alimentación nos permitiría saber si tuvieron algún privilegio durante su vida?
La primera tumba de la Sacerdotisa en San José de Moro, excavada en 1992, estuvo acompañada por 5 individuos femeninos alrededor del ataúd, dos adultas mayores que al parecer habrían fallecido en épocas anteriores y, dos jóvenes. La Dama de Cao, por otro lado, estuvo acompañada por un cuerpo de un individuo de sexo femenino que tenía una soga al cuello que indica que probablemente fue ahorcada para ser depositada en la tumba. ¿Habría sido su acompañante durante vida? Y, la Dama de Chornancap, que estuvo acompañada por 8 individuos femeninos jóvenes entre 15 a 20 años, de las cuales, una joven ubicada en su cabecera llevaba 13 pepitas de oro en la boca.
Si hacemos las cuentas, en los entierros de estas 3 mujeres importantes, hay otras 14 mujeres de las que no sabemos mucho o casi nada y, estudiar las relaciones entre las “Damas” y sus acompañantes nos permitiría conocer otras formas de entender el poder. Necesitamos conocer sus historias, porque probablemente representen la historia de la mayoría de las mujeres peruanas.
Artículo publicado en el diario La República el 18/05/2021
Sobre el autor:
Sofía Chacaltana Cortez