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11 septiembre, 2020

[Artículo] Roberto Brañez: Inglés, emociones y riqueza

Inglés, emociones y riqueza: capitalismo lingüístico en el programa de Kale Anders

Quienes exploramos espacios virtuales como Facebook, Instagram o Youtube debemos habernos cruzado en más de una ocasión con distintos anuncios publicitarios del programa de inglés de Kale Anders, un autodenominado políglota sueco que ofrece al público latino dominar el inglés en solo tres meses, a partir de una metodología desarrollada por él mismo y aparentemente ignorada históricamente por la enseñanza tradicional de idioma extranjero. Son anuncios que, desde el inicio, se promocionan a partir de estrategias conversacionales para generar ambiente de cercanía: tuteo, grabación no profesional, ambientes cotidianos, entre otros. Como sabemos, el inglés ha ocupado un lugar de prestigio en sociedades hispanohablantes latinoamericanas (Niño-Murcia, 2003), y no es de extrañar que, en la actualidad, continúen tejiéndose narrativas de éxito que parten de su dominio. En este breve espacio, me interesa realizar algunos apuntes sobre la conexión entre el inglés, las emociones y la riqueza que he podido recoger tras ver el vídeo de presentación del referido programa.

De inicio, llama la atención que, si bien la propuesta que se desarrolla recibe el nombre de RAIO, se oferta mediáticamente bajo la figura de su creador: es el método de Kale Anders. La individualización del producto es empleada, pues, como una estrategia comercial[1]. Se trata de recursos publicitarios que crean la sensación de humanidad ‒lo que Fairclough (1989) denominaría “personalización sintética”‒ y, por tanto, credibilidad. Así, en redes sociales en donde se desarrollan gran parte de las interacciones humanas actuales, las identidades de sujetos aparecen como bienes comerciales.

Por otro lado, la oferta del programa recae en el denominado autoaprendizaje. Tras una extensa crítica a los modelos tradicionales de enseñanza de idiomas, Anders ofrece al potencial estudiante la posibilidad de que este decida cuándo iniciar, a su propio ritmo, sección por sección, dependiente de él mismo, de su propio esfuerzo. Esta anulación del profesor de idiomas y empoderamiento de la autonomía del estudiante encaja con el extendido discurso de éxito del propio jefe: “sé tu propio maestro”. Se construye, así, un discurso de falsa autonomía, que, siguiendo a Chul Han (2014), crea la “ilusión de que cada uno, en cuanto proyecto libre de sí mismo, es capaz de una autoproducción ilimitada” (p. 12).

En distintos pasajes de la presentación, el autor refuerza que su programa se basa en “gramática intuitiva” y el “método de la mentalidad”. Lo interesante de estas referencias está en la referencia a actividades neurológicas del ser humano, pues con ello se refuerza el principal atractivo del programa: una experiencia “humana” del aprendizaje de inglés. La narrativa de verdad del producto se erige, entonces, en la cognitivización de la propuesta, estrategia que se alinea con el capitalismo posfordista de adecuación al consumidor. Al final del vídeo, una cita a la actriz Natalie Portman refuerza el discurso: “No amo estudiar, odio estudiar, amo aprender, aprender es hermoso”, en donde la experiencia cognitiva de aprender se opone a la acción material de estudiar. Lo cognitivo es más humano, y el discurso se encarga de reforzarlo longitudinalmente.

A partir de estas premisas, el programa propone al estudiante una serie de comparativas costo-beneficio del dominio del inglés. Hassard (2001) remarca las formas en que la cuantificación del tiempo supone una lectura lineal y económica de este, en la que el futuro puede verse como una serie de premios cuyos tramos se pueden recortar. En esta línea, el programa ofrece, por ejemplo, las ventajas de dominar un léxico frecuente de 300 palabras en lugar de aprender estas temáticamente, con lo cual en corto tiempo se podría interactuar en el idioma. Esta evaluación del lenguaje en términos cuantitativos es clave porque vuelve a este en un objeto cuantificable y, como consecuencia, rentable e invertible. Se trata, pues, de una visión economista del aprendizaje, que se refuerza con el cuadro comparativo entre el modelo tradicional, más teórico, y la propuesta de Anders, más práctica. El discurso es claro: el profesor tradicional y la enseñanza basada en reglas gramaticales están mal porque ignoran la práctica; el discurso pragmático aparece como más inmediato y menos demandante, recortando tiempos y potenciando beneficios.

El autor presenta el aprendizaje de idiomas desde una serie de “mitos” entre los que resalta que no es necesario viajar para hablar una lengua: “Si tienes un buen propósito para aprender, no importa dónde estés”. Se afirma, entonces, que la movilidad geográfica presencial es prescindible, y que desde la comodidad del hogar se puede dominar una lengua. En respuesta, más adelante se nos presenta a la “Comunidad RAIO”, integrada por estudiantes del programa, reunidos en un grupo de Facebook junto con Anders y su equipo para aprender el idioma. Gee (2004) concibe a estas plataformas virtuales como espacios de afinidad, que congregan a personas con intereses afines desde los cuales interactúan. Se trata, en este caso, de una comunidad de crecimiento comercial, también guiada por redes de mercadeo (con descuentos por invitación al programa) que busca redefinir los vínculos de pertenencia del sujeto con el Nosotros. No se trata, pues, de concebir al inglés como un elemento cultural e identitario, sino como un dispositivo de creación de redes comerciales, y de una consecuente desafiliación de identidades más locales: sigo en mi lugar geográfico presencial, pero gracias al inglés pertenezco a una red multi-geográfica virtual.

Como mencioné al inicio, todo lo anterior debe explorarse en el marco del valor social de una lengua como el inglés. El discurso de exculpación del sujeto ‒ese que le dice que no debe sentirse mal si no ha podido hablar inglés porque la culpa ha sido del sistema de enseñanza‒ se contradice con el posterior mensaje de superación: solo si vences el miedo hablarás inglés, lo cual se condice con el “diseño emocional” que comenta Chul Han (2014). En términos estructurales, corresponde con una agenda capitalista, una que niega las desigualdades sociales mayores, que responsabiliza al profesor tradicional y su método, y que vuelca en el estudiante la posibilidad de ser más próspero y feliz si vence sus miedos y domina el inglés: “Good bye, querido miedo” titula uno de los temas finales del curso. La autoatribución de Kale Anders como “coach de inglés” termina por sintetizar el capitalismo lingüístico con el de las emociones.

Globalmente, todo el discurso de Kale Anders recurre a una serie de estrategias de afiliación con el estudiante-interlocutor. Al discurso conversacionalizado (Fairclough, 2008) se le añaden algunos errores de concordancia que, planificados o no, construyen un espacio de horizontalidad con la audiencia al creer un sentido de “imperfección” y, por tanto, de nuevo, humanidad. No es menos relevante anotar que el curso está, según se versa, pensado para latinos, identidad a la que se le atribuye el deseo de hablar inglés. Con ello, el discurso en cuestión construye representaciones sobre la Otredad latina como no angloparlante.

La contraparte de esta se compone, pues, por el Nosotros angloparlante de la comunidad RAIO. En la etapa final del vídeo, son tres elementos claves los que debemos tomar en cuenta: (1) la cita de un aparente estudiante: “El inglés me va ayudar a tener la vida que quiero”; (2) la del famoso conferencista motivacional Robert Kiyosaki: “Los ricos compran activos, los pobres compran pasivos”; y (3) la exhortación final de Anders a la audiencia: “Hay dos tipos de personas: ¿quién eres tú? ¿Uno de ellos o uno de nosotros?” Conectando estos elementos, se infiere que el rico es rico por su propio esfuerzo, porque venció sus miedos y dominó el idioma, mientras que el pobre es el que no ha superado nada, y no habla inglés. En este mapeo de la realidad, la riqueza material se corresponde con el inglés como “activo”, mientras que la pobreza económica es pobreza lingüística.

En una época en la que la virtualidad ha cobrado protagonismo, resulta importante deconstruir los discursos de nuestra “nueva normalidad”. Como vemos, la significación que se le otorga al idioma ha cancelado las dimensiones sociales y culturales en las que este se inscribe: no es necesario moverse, ni el espacio de interacción de un aula, ni situar el lenguaje en contextos; basta con la dedicación y el esfuerzo del sujeto. En esta lógica de pensamiento, las inequidades históricas desde las que se han configurado las sociedades latinoamericanas quedan exentas de responsabilidad, pues el no dominio del inglés por distintos sectores sociales atiende al método y al profesor de idiomas. El programa, pues, termina siendo el resultado de una agenda política económica que, lejos de motivar un cambio estructural, termina valiéndose de recursos de simulación de relaciones humanas con el cual se mantiene el mismo orden social que aparentemente se cuestiona.

 

Bibliografía

  • Chul Han, B. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona: Herder Editorial.
  • Fairclough, N. (1989). Language and Power. Londres: Longman.
  • Fairclough, N. (2008). El análisis crítico del discurso y la mercantilización del discurso público: Las universidades. Discurso y Sociedad, 2(1), pp. 170-185.
  • Gee, J. P. (2004). Situated language and learning. A critique of tradicional schooling. Nueva York: Routledge.
  • Hassard, J. (2001). Commodification, construction and compression: a review of time metaphors in organizational analysis. International Journal of Management Reviews, 3(2), pp. 131-140.
  • Niño-Murcia, M. (2003). “English is like the dollar”: hard currency ideology and status of English in Peru. World Englishes, 22(2), pp. 121-142.

 

Artículo publicado en la edición n.° 293 de la Revista Ideele


[1] Esto puede verse también en otros productos comerciales. Tal es el caso, por ejemplo, del programa de Tesis Online de la doctora Rosario Palacios.

 

Sobre el autor:

Roberto Brañez

Coordinador de los cursos de Lengua 1 y Lengua 2 del Programa de Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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