El sector turismo es uno de los más afectados por el COVID – 19. A inicios de año las previsiones de crecimiento para el turismo internacional se encontraban entre un 3 % y 4 %. Previsiones que difieren mucho a las cifras reales para este año. El turismo aporta el 10.4 % de PBI global y genera puestos de trabajo directos e indirectos por encima de industrias extractivas como la minería. Su reactivación es importante no solo para el gremio, sino para el país, en general ¿Todo está perdido este año? No. Recordemos que el turismo es una actividad resiliente, es una herramienta para generar desarrollo, una oportunidad para las comunidades y para la conservación de los recursos culturales, patrimoniales y naturales.
Enfoques clásicos como el boosterisim o el económico deben ser parte del pasado y dar paso a enfoques de planificación físico espacial mirando el territorio y la adaptación de las actividades turísticas a las dinámicas sociales, económicas y territoriales basadas en procesos participativos priorizando la conservación de los recursos culturales, naturales y patrimoniales. Esto implica involucramiento de los sectores público y privado acondicionando los destinos y determinando las condiciones para recibir turistas. Es momento de aprovechar para emprender una posición firme de lucha contra de la informalidad del sector.
El nuevo enfoque de la planificación del turismo debe considerar todas las variables posibles para que partiendo del entendimiento de las mismas se pueda proponer objetivos alcanzables, enmarcados en estrategias y líneas de acción que definan claramente los compromisos y responsabilidades asumidas por cada uno de los actores del destino considerando los medios digitales y el aprendizaje constante en línea. Debe también planificar de forma responsable priorizando la seguridad y la salud de las personas. Hoy el turismo se hace a un lado para poner en primer plano a la salud.
Esta nueva mirada de planificación debe poner en primer lugar el bienestar y la mejora en la calidad de vida del poblador local más no el turista. El nuevo turista tendrá como prioridad lugares que menos turísticos parezcan (aunque suene ambiguo), buscará destinos que no sean masivos, lugares seguros, entendiendo la seguridad no sólo como seguridad ciudadana sino como transversal en todos los aspectos, entre ellos, la seguridad alimentaria y el aseguramiento de las buenas prácticas, protocolos sanitarios, así como el aseguramiento de los accesos a servicios de salud, así como buena conectividad.
Es momento de planificar un turismo responsable y sostenible, con presencia del Estado, ya que esto se vuelve crucial para construir relaciones de confianza necesarias, sumamente necesarias para el turista pos-COVID-19. Un nuevo turismo, más integrador, pero también más cuidadoso con el entorno, las relaciones sociales, el aprendizaje y las experiencias positivas.
Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 11/06/2020
Sobre el autor:
Rocío Lombardi
Jefa de la carrera de Turismo Sostenible de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya