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27 marzo, 2020

[Artículo RPP] Mario Granda: Albert Camus responde ante el coronavirus

El escritor francés construyó gran parte de su obra literaria y ensayística alrededor de las reflexiones del existencialismo, pero sería injusto recordarlo solamente como un moralista o un filósofo. Sus libros encontraron las palabras para expresar lo que ocurre cuando nos encontramos al límite.

Hay siempre un momento del día en que nos preguntamos si es posible regresar a la vida cotidiana que teníamos antes. Un impulso natural nos lleva a reconstruir automáticamente todas las ocupaciones a las que nos dedicábamos, aunque también es cierto que estas ocupaciones comienzan a desdibujarse un poco. La cuarentena ya no solamente está en las calles de la ciudad sino también en la propia casa. Sí, hablamos mucho de regresar, pero, ¿a dónde nos hemos ido?

Uno de los escritores que se dedicó a reflexionar sobre las preguntas que surgen en periodos de encierro obligatorio fue Albert Camus (1913-1960), el autor de La peste (1947). En esta novela se relata el largo confinamiento que sufren los habitantes de una ciudad africana a partir de una epidemia de peste bubónica. Pero más allá de la trama, el libro sirve para poner en movimiento algunas ideas relacionadas con situaciones como las que vivimos hoy.

La primera idea que ronda en el lector de La peste es el exilio. La cuarentena es el periodo en el que hombres y mujeres se encuentran a la fuerza separados de su vida cotidiana, así que lo que viven es una especie de exilio de sí mismos. Lo que antes parecía tan espontáneo e incuestionable, la memoria lo recuerda como algo lejano y silencioso. Tal vez todavía se recuerden los detalles, pues hay muchos con quienes se puede hablar y revivir las escenas del pasado, pero esto no cambia la figura, pues sabemos que hay una puerta que no podemos cruzar. En realidad, el exilio no es tanto una idea sino una situación. Es ese constante ir y venir hacia el pasado y hacia las expectativas del futuro, sin poder encontrarles un lugar en nuestro presente inmóvil.

La segunda idea (ahora sí una idea) es la de recomenzar. A cada momento, el Dr. Rieux y su esposa, protagonistas de la novela, hablan con ilusión sobre el día en que podrán volver a recuperar las vidas que llevaban. No obstante, esta no es la idea convencional del regreso. Recomenzar es saber que todo nuevo comienzo es también volver a las circunstancias y los riesgos que siempre rodean a los hombres. Recomenzar es el regreso a la felicidad, pero también al posible dolor, pues no porque la peste acabe se acabarán los males en el mundo. El Dr. Rieux lo sabe muy bien, y es por ello que intenta ser prudente con lo que deparará a los hombres después del fin de la cuarentena. Y así como volverán los males, también puede volver la peste. Ella puede permanecer dormida en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y es posible que “para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”. De modo que, aunque nos encontremos liberados, no nos encontramos del todo libres. El recomienzo es la conciencia de que cuando recuperamos la vida la recuperamos en todas sus dimensiones y no solo en el modo en que la vemos desde el exilio.

Albert Camus construyó gran parte de su obra literaria y ensayística alrededor de las reflexiones del existencialismo, pero sería injusto recordarlo solamente como un moralista o un filósofo. Si su obra se mantiene no es porque nos dejó una lección o enseñanza, sino porque encontró las palabras para expresar lo que ocurre cuando nos encontramos al límite. Los límites parecen amenazarnos, pues son la evidencia del fin del significado, pero también tienen una forma. De lo que ahora se trata ahora es saber cuál es esta forma y cómo respondemos ante ella.

 

Lea la columna del autor todos los viernes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Mario Granda 

Docente del Programa Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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