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9 octubre, 2019

[Artículo RPP] Mario Granda: De la interpretación como una de las bellas artes

Reflexionar sobre los términos en que se realiza una interpretación nos sirve para darnos cuenta que las ideas y las opiniones provienen de un conjunto de concepciones, variables y reglas que asume cada persona, y no de meros caprichos o ideas preconcebidas.

Las decisiones que realizan los políticos sobre los asuntos del Estado suelen ser ampliamente debatidas por la opinión pública, pues sus consecuencias tienen efectos directos en la vida de muchos. Como es lógico, estos debates se vuelven más intensos cuando hay una crisis, pues las expectativas de los ciudadanos sobre lo que digan o hagan los responsables del gobierno son mucho mayores. Esto es lo que ha sucedido en los últimos días después de la decisión del presidente de disolver el Congreso de la República. La medida ha dado mucho que hablar y es seguro que siga siendo materia discusión en las próximas semanas o incluso meses. 

Sin embargo, hoy no queremos llamar la atención sobre el acierto o desacierto de las decisiones ya tomadas sino de aquello que se encuentra en un punto inmediatamente anterior y que responde al modo en que se toma una decisión, esto es, la interpretación. El tema no ha pasado desapercibido entre quienes han discutido la realidad política peruana reciente. “Todo el mundo puede interpretar, pero el presidente tiene que gobernar”, afirmó el abogado constitucionalista César Landa Arroyo en una entrevista al diario La República, dando a entender que todos gozamos de este especial derecho pero que hay quienes tienen que tomar las medidas necesarias si las circunstancias lo exigen. Si bien la decisión del presidente es inédita, esta no debe considerarse como un golpe de Estado sino como “la afirmación de la Constitución en todo su sentido de la fuerza que está basado en la voluntad popular”, dice el letrado. Otro es el tono del diario El Comercio, reacio a aceptar esta postura. Luego de señalar que el mandatario se había arrogado la potestad de ser el “gran intérprete” de la Constitución, le recomienda que “se abstenga de seguir interpretando la Carta Magna a su beneficio”. 

Declaraciones como estas, claro está, se encuentran en un contexto muy específico de la política actual, pero de lo que queremos hablar aquí es de la importancia de esta práctica que pareciera estar a disposición de todos (“todo el mundo puede interpretar”) pero que, al mismo tiempo, también pareciera tener que realizarse bajo ciertas reglas (“no hay que interpretar de cualquier manera”). ¿Cuál es, entonces, el camino a seguir? ¿Por qué de pronto tantas dudas sobre lo que significa interpretar? Esta es una oportunidad para ponerse a pensar qué es lo que entendemos por ello. 

En principio, se supone que una interpretación intenta deducir el sentido de un conjunto de hechos. Luego de observar y analizar estos hechos, además del contexto que los rodean, se llega a una conclusión que se puede expresar mediante una opinión o mediante una acción (una toma de decisión, por ejemplo). Ocurre algo parecido cuando se trata de la interpretación de un texto, pero la diferencia se encuentra en que hay que tener en cuenta la diferencia que existe entre el momento en que se escribió el texto y el momento en que el intérprete (el mediador) realiza la lectura. No es lo mismo leer el poema “Los heraldos negros” en 1918, cuando se publicó, a leerlo en el 2018. El lector contemporáneo agregará muchos otros conocimientos y referencias que no tenían los lectores de hace un siglo. Lo mismo ocurre con la lectura de muchos otros textos como, por ejemplo, las constituciones. Se supone que todos los mecanismos y procedimientos relacionados con la organización y equilibrio del poder se encuentran en este importante documento, pero, ¿qué ocurre cuando los hechos parecen superar lo estipulado en ella? ¿Debemos atenernos a lo que nos dicen sus capítulos y artículos o a lo que nos demanda la realidad? Son estas las típicas disyuntivas que caracterizan a todo trabajo interpretativo y a las que el intérprete debe estar acostumbrado. 

Reflexionar sobre los términos en que se realiza una interpretación nos sirve para darnos cuenta que las ideas y las opiniones provienen de un conjunto de concepciones, variables y reglas que asume cada persona, y no de meros caprichos o ideas preconcebidas. Es por ello que ser conscientes de los procesos de interpretación nos hace más tolerantes. Al descubrir que las ideas de los demás provienen de procesos similares a los que utilizamos, vamos entender mejor las razones que han llevado a los otros a pensar esto o aquello. Esto no significa, claro está, que nos encontremos de acuerdo con ellos, pero al menos sabremos que son fruto de un fenómeno común. Esto es, el deseo de comprender el enigma del mundo.

 

Lea la columna del autor todos los viernes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Mario Granda 

Docente del Programa Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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