Debido a la actual crisis económica y sanitaria, la población en calle va en aumento. Urge tomar medidas para proteger a quienes más lo necesitan, ya que el sistema de protección a la población vulnerable ha colapsado durante la pandemia después de años de precariedad.
Hay una población que camina sin derechos por las calles, una población invisible para quienes están trabajando en sus hogares y desplazándose limitadamente, una población que durante la pandemia ha recibido escaso o nulo apoyo por parte del gobierno, y aunque vive en alta vulnerabilidad el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables –MIMP no la está atendiendo como es debido, me refiero a la población en calle, la que sobrevive sin hogar.
Es el caso de Winston, un adulto mayor cuyos únicos familiares se ausentan de casa todo el día y no pueden cuidarlo. Winston presenta trastornos mentales y lleva deambulando en la calle en las peores condiciones imaginables. Sinergia por la Infancia, una organización sin fines de lucro que desde el 2005 acoge niñas, niños y jóvenes en situación de calle lo recibió, alimentó y cuidó a mediados de febrero y al día siguiente lo llevó a las oficinas del MIMP, quién no lo aceptó amparándose en el DL 1474-2020 por el cual cede las funciones de protección a la Policía Nacional, una instancia que no tiene competencias, experiencia ni personal para dichas funciones, remitiéndose únicamente a la búsqueda de los familiares a quienes conmina para que lo acepten de regreso.
Los lectores asumirán que lo adecuado es que la familia cuide de los suyos, pero no es tan fácil, se trata de familias que viven en violencia, en situaciones de alto riesgo, en extrema pobreza o ausentes la mayor parte del tiempo como el caso de la familia de Winston, por lo tanto, hay condiciones reales que no les permite hacerse cargo de sus hijos, padres o abuelos, quienes vuelven a las calles en total desprotección. Fue así que, al día siguiente, después de dormir en la comisaría -quién sabe en qué condiciones- Winston fue trasladado de la comisaria de Alfonso Ugarte a la de Pachacamac y “devuelto” a sus familiares como encomienda sin destino. Una semana después Winston deambulaba en el distrito de Santa Anita y nuevamente la misma historia, lo entregan al único familiar que saben bien no podrá cuidarlo. A la fecha Winston sigue en las calles con paradero desconocido.
No es exagerado decir que el sistema de protección a la población vulnerable ha colapsado durante la pandemia después de años de precariedad, y que en el actual contexto de crisis económica y sanitaria la población en calle va en aumento. Por ello, es urgente derogar las normas que en el marco de la emergencia sanitaria limitaron la actuación pública de los operadores en materia de protección, ya lo hemos sugerido para el caso de la infancia en calle. Es hora de destinar el presupuesto necesario y trabajar de la mano de organizaciones de larga trayectoria y demostrado compromiso con población en calle como Casa Generación, Sinergia por Ia Infancia y varias otras que podrían aportar al diseño de políticas más humanas, centradas en las personas y en sus condiciones familiares, socioeconómicas y culturales, para que ningún Winston más sobreviva en desamparo.
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Sobre el autor:
Rossana Mendoza Zapata
Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya