El 23 de setiembre es el Día de la Primavera y el Día Nacional Contra la Trata de Personas. No hay nada que celebrar, el sol no se deja ver y la trata de personas sigue siendo uno de los grandes desafíos del sistema de justicia.
No desmerezco los esfuerzos de los operadores de justicia en la lucha contra la trata, tampoco el trabajo de la mesa nacional, pero es evidente que no se cuenta con los recursos necesarios para que hagan su trabajo. Desde el año pasado la Defensoría del Pueblo ha llamado la atención por la reducción del presupuesto, que este año es de 5,2 millones según un medio nacional. Estamos ante un flagelo más que afecta principalmente a las niñas y jóvenes que no es atendido como debe ser.
En columnas anteriores he abordado las modalidades de captación como el padrinazgo/madrinazgo para el trabajo doméstico y la captación de jóvenes en las puertas de los colegios secundarios para la explotación sexual, pero no son las únicas. La trata es un delito complejo, de redes extendidas, muchas veces encubiertas por lazos familiares y amicales, con mujeres de por medio que favorecen la confianza cuando se trata de niñas, niños y adolescentes. En lo que va del año, la policía nacional ha reportado 138 operativos, uno de los últimos en los distritos de La Victoria, San Juan de Lurigancho y Villa María del Triunfo en Lima, distritos con bajos niveles de seguridad que ocultan prostibares y talleres clandestinos. Otros operativos se han dado alrededor de la minería ilegal en Puno y Madre de Dios, en las llamadas “tierras de nadie” en donde se concentran varones en su mayoría. Es bien sabido que donde está el mineral está el alcohol y las jóvenes prostituidas. Sin embargo, también se da en cualquier enclave de concentración masculina, legal o ilegal, en zonas distantes y con nula presencia del Estado. Allí crece la demanda de servicios sexuales con preferencia de niñas y adolescentes.
Hoy, con la alta migración extranjera se eleva el número de víctimas, pero es imposible estimarlo, lo que sí se sabe es que afecta más a las mujeres usadas con fines de explotación sexual. En lo que va del año han sido rescatadas 91 niñas, niños y adolescentes, la mayoría mujeres y del total 9 extranjeras. No es de extrañar, ser niña o adolescente migrante incrementa su vulnerabilidad.
Una vez más hacemos el llamado para estar observantes de las niñas, niños y jóvenes, porque la oportunidad para el tratante puede estar en: la necesidad de ganar dinero, el deseo por adquirir un celular nuevo, ropa o viajar a las ciudades, las ganas de huir de casa porque hay violencia o incomprensión, entre otros. Si sospecha de algún caso de trata, no dude en llamar al 1818, la Central Única de Denuncias o contar el caso en https://www.gob.pe/906-denunciar-trata-de-personas. Nos toca a todas y todos cuidar de los nuestros y de los próximos, por humanidad, solidaridad y responsabilidad.
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Sobre el autor:
Rossana Mendoza Zapata
Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya