Sin duda se requiere un gran aparato logístico y muchos recursos para lograr los retornos humanitarios con todas las medidas de seguridad, pero los miles de peruanos que necesitan volver a sus regiones merecen toda nuestra solidaridad.
Hace unos días quedamos perplejos por los retornos emprendidos por cientos de familias queriendo llegar a pie a sus pueblos en Huancavelica, San Martín, Junín y Pasco. Las reacciones de los disciplinados encuarentenados fueron en diversas tonalidades de empatía y otro tanto en tono de crítica e insultos. Lo cierto es que la movilización “irregular” de viajeros durante la cuarentena no ha cesado en ningún momento; desde las capitales de regiones, provincias y distritos miles de familias han logrado volver a pie a sus comunidades, a ese lugar seguro donde la familia grande les reserva techo, comida y cuidados, donde las chacras no esperan más las cosechas de la temporada, donde el agua no faltará. Pero no les tocó fácil, al llegar las autoridades comunales los han encuarentenado en sus viviendas y la comunidad les ha alcanzado alimentos.
Varios gobiernos regionales han abierto padrones de inscripción para organizar los retornos humanitarios y a la fecha hay más de 31 mil inscritos para Cajamarca, 13 mil para Apurímac y 15 mil para Cusco, solo por mencionar algunos. No se trata de deseos caprichosos, son miles de familias para las cuales Lima no es más una oportunidad, por el contrario, representa enfermedad, soledad y hambre. Y es que las consecuencias de la pandemia a las economías y empleos en el “Perú de la informalidad” se pueden avizorar. Con “perfectos” y despiadados despidos la ilusión de la clase media se cae a pedazos; los pequeños negocios tendrán mínima ayuda; y sin dinero no hay para comprar ni a los informales. Así, no hay forma de mover la economía.
Las familias lo saben y si el gobierno no puede asegurarles el sustento durante ni después de la cuarentena, es mejor volver. Se sabe que hay cientos de miles que aún no han recibido el bono de S/.380 soles de la primera quincena en las ciudades, tampoco las canastas de alimentos en las provincias. A este paso ¿Cuándo recibirán los 760 soles las familias rurales? En tanto, ayer el Presidente anunció el esperado bono universal que beneficiará a 6 millones 800 mil hogares que no están en planilla. Tal como lo dijo el propio mandatario “no hay tiempo que perder y es tiempo de demostrar solidaridad”. En ese sentido, es momento de repensar los 30,000 millones que el gobierno destinaría a bancos y grandes empresas. Si esto se concretara una vez más el horror del modelo neoliberal queda al descubierto.
Seguramente se requiere un gran aparato logístico y muchos recursos para lograr los retornos humanitarios, pero tengo esperanza que guardando todas las medidas de seguridad y sanidad puedan retornar la mayor cantidad de familias. Quiero confiar en la capacidad de los gobiernos regionales para asegurar que sus paisanos regresen seguros a casa y ya lo están demostrando. En todas las regiones hay infraestructura hotelera, que no será de cinco estrellas como el hotel dentro del aeropuerto nacional Jorge Chávez donde nuestros repatriados pasaron su cuarentena, pero al menos hay donde llegar. Hay también aviones y flotas enteras de buses paralizados. Este partido se lo jugarán los gobiernos regionales con todo y el ejecutivo tendrá que apoyar.
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Sobre el autor:
Rossana Mendoza Zapata
Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya