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4 febrero, 2021

[Artículo RPP] Soledad Escalante: La precariedad de nuestras medidas

Eludir las restricciones elegidas por el gobierno anuncia un futuro nada alentador, sin embargo, hay algo más crítico y es que eludir el hambre es imposible.

Son los primeros días de la nueva cuarentena y el bullicio incesante de la movilidad social que busca encontrar salvación en las ventas ambulatorias no ha cesado y todo parece indicar que esta nueva cuarentena apunta a un fracaso rotundo. Cada día es más doloroso que el anterior porque muchas personas perecen en las puertas de los hospitales esperando una cama en UCI, otras muchas despiertan para enterarse que lograron superar la enfermedad pero que su familiar no. Todas estas paradojas no hacen más que agudizar la situación actual de terror y crisis. Cada vez es más difícil encontrar alguien que se libre de no tener una víctima mortal en su entorno.

Sin embargo, la incesante lucha contra la COVID-19 presenta aristas que deben ser tratadas igualitariamente sino la frágil estructura que significa la población peruana va a terminar cayendo en un círculo vicioso sin cesar. Eludir las restricciones elegidas por el gobierno anuncia un futuro nada alentador, sin embargo, hay algo más crítico y es que eludir el hambre es imposible. Sabemos por nuestra propia experiencia que la cuarentena estricta funciona y si es aplicada de manera correcta permite controlar la transmisibilidad del virus. Pero si tenemos medidas confusas desde el inicio que facilitan las trampas a la ley, no será posible siquiera un mediano cambio. Para empezar, los pases laborales se pueden tramitar con total facilidad y sin ningún requerimiento mayor que conocer un RUC, punto menos para controlar los aforos. Luego, un uso inadecuado de los datos, como mencionamos en la columna de la semana pasada, sigue siendo mortal ya que bajo una concepción sincera e inteligente se logra implementar medidas certeras y vitales. Ya lo decía Aristóteles en el inicio de la Metafísica que “todos los hombres desean, por naturaleza, conocer”, y es que el conocimiento humano no se constituye como tal si no se procesa de manera adecuada y esa es una lección que nos queda de ahora en adelante: no podemos fallar en lo indispensable que resulta una concepción adecuada de la información.

¿Quién es capaz de saber lo que le corresponde a cada uno? Se preguntaba Platón en su crítica al concepto de justicia. Lo que podemos hacer es trasladar esa pregunta a la actual distribución de vacunas en el mundo, ya que es justo que fabriquemos como humanidad una vacuna que nos salve, más no es justo su método de distribución. De acuerdo a los últimos indicadores, todo indica que para que las vacunas lleguen al Perú pasará mucho tiempo, pero ese es el principal obstáculo ahora mismo. La lucha incesante contra el oxígeno que se va de nuestras manos es una lucha contra el tiempo.

Es así que pensar en una cuarentena estricta es necesario siempre y cuando se sinceren los datos y se procesen de manera adecuada, se construya una pedagogía empezando por la comunicación y por la empatía con las necesidades primarias de las personas. Los indicadores económicos son relevantes, pero resultarán inútiles cuando los contrastemos con la dolora cifra que ya muestra SINADEF hasta hoy: más de cien mil peruanos muertos en menos de un año. Cifra dolorosa como la necesidad de conseguir camas en UCI, oxígeno y alimento para mantener la esperanza de que la situación de tantos y tantas peruanas puede y tiene el derecho a ser mejor. Preguntémonos constantemente quiénes tienen la capacidad de decir al despertar: “hoy voy a comer tal o cual plato de comida” y quiénes no, y hagamos algo al respecto.

 

Lea la columna de la autora todos los miércoles en Rpp.pe

Sobre el autor:

Soledad Escalante

Docente principal de la Facultad de Filosofía, Educación y Ciencias Humanasen la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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