El mundo está siendo testigo de la peor de las crisis de refugiados de la historia. Según las Naciones Unidas, más de 65 millones de personas han tenido que desplazarse de manera forzosa de sus hogares e incluso países. Esa cifra es superior a la que causó el mayor conflicto bélico de la historia: la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, los conflictos internacionales, algunos nuevos y otros de larga data, están generando más desplazados y refugiados que nunca en nuestro registro como sociedad.
La guerra sigue siendo uno de los principales motivos para que las personas escapen y se desplacen forzosamente. La mayor parte de los refugiados son de países en guerra como Siria, donde más de 5 millones de personas tuvieron que escapar del país y pedir refugio en los países vecinos. Sin embargo, otros motivos van tomando fuerza como factores que motivan este desplazamiento obligado: la hambruna, la persecución y el cambio climático.
En nuestro continente, la cifra de personas que se ven envueltas en este fenómeno va en aumento. La problemática de Centroamérica con los nacionales del “triángulo norte”, que agrupa a ciudadanos de Honduras, Guatemala y El Salvador; la ola de violencia en Nicaragua y el nuevo éxodo de los venezolanos, nos marcan un nuevo y duro panorama.
La situación de los venezolanos que salen por la compleja situación política y social que se vive en el país es dramática. Son miles que agrandan las estadísticas publicadas por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que concluyeron que el número de venezolanos en América Latina creció un 900 % en solo dos años: de 89 mil a 900 mil personas entre 2015 y 2017. Ante la Comisión Especial para los Refugiados, órgano del Ministerio de Relaciones Exteriores, se han presentado 37 mil solicitudes por nacionales de Venezuela, según el portal Venezuela Situation del ACNUR. Esta cifra nos coloca como primer país receptor de solicitantes.
El 2019 se presentará al mundo el Pacto Mundial para los Refugiados, un esfuerzo y compromiso de la comunidad internacional para generar mecanismos y estrategias con los países de acogida de población refugiada y las demás organizaciones de las Naciones Unidas. El Pacto Mundial es un indicador claro que refleja la grave situación de crisis que vivimos y la gran necesidad de hacer un cambio en nuestras estructuras sociales y legales.
Hay una necesidad muy urgente de hacer cambios a nivel mundial para poder revertir estas situaciones. Los Gobiernos deben estar en sintonía con las necesidades de las personas. Es importante considerar que la mayoría de los refugiados han sufrido mucho, huyendo y dejando atrás sus hogares, familias y vidas, y su testimonio debe ser escuchado, tanto por los gobernantes como por los habitantes de los países que les acogen. Su voz debe ser tomada en cuenta.
Artículo publicado en el diario El Peruano el 28/06/2018
Sobre el autor:
Analí Briceño
Docente de la Escuela de Derecho de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya