En un entorno en el que abundan ofertas para seguir estudios superiores, no cabe duda de que requerimos de instrumentos que nos orienten a tomar la mejor decisión. En ese sentido, los rankings son considerados un indicador de calidad educativa, sin embargo, es importante tener en cuenta algunos aspectos sobre sus mediciones, sobre todo, sabiendo lo que está en juego. Estos rankings suelen tener un efecto directo sobre el “cliente” y sobre el posicionamiento de marca. Sobre la base de estas informaciones, un futuro estudiante, muchas veces junto a sus padres, tomará su decisión informada; es decir, no solo basado en el costo o en la ubicación geográfica de la universidad, sino asegurándose de que el centro de estudios no le venda gato por liebre como ocurre hoy con instituciones cuyo único fin es el lucro. Quisiera que nos detengamos en los diferentes ámbitos que están implicados: primero está la persona que debe decidir, enseguida, las instituciones que elaboran sus rankings y que suelen difundir a través de medios de comunicación, y finalmente, las mismas universidades con una variopinta propuesta.
Queda claro, por ejemplo, que nadie debería escoger una universidad porque es la más grande del país. ¿Qué clase de mérito o de criterio de calidad sería ese? Pero si queremos ser más sinceros, ninguna institución universitaria debería tener fines de lucro y aunque esta sea una posición más polémica se puede decir en favor de ella que la educación y la formación exigen cierta renuncia al propio beneficio. Quizás para esto están las universidades públicas, me dirán, pero ¿por qué el fin de dar forma a futuros profesionales tendría que entrar en competencia con la posibilidad de ganar o perder dinero? La dicotomía que se plantea entre formar o ganar beneficios tarde o temprano sacrificará la formación y así nunca será posible transformar las estructuras de un sistema pernicioso.
Ahora bien, en el otro ámbito, nos encontramos con muchas instituciones que seleccionan un conjunto de indicadores para medir la calidad de las universidades. Entre las que se conocen en el Perú, debido a que sus informes son replicados por los medios, tenemos a América Economía y QS World Ranking; pero también deberíamos recordar que, desde este año, la Sunedu tiene su propio ranking de universidades nacionales. Sorprendió a muchos que esta institución que ha ganado su prestigio en virtud de su rigurosidad, haya incluido en su estudio a todas las universidades nacionales incluso las que todavía no se han licenciado a pesar de estar con los plazos vencidos. Dadas las condiciones que se exigen para el licenciamiento, parece muy razonable ofrecer a las universidades la oportunidad de ponerse al día, pero algunos habíamos pensado que el licenciamiento sería un mínimo para la elaboración del ranking nacional. ¿Por qué dejar de lado un criterio fundamental de la misma Sunedu?
Artículo publicado en la Revista Ideele N° 280 el 07/06/2018