En las últimas semanas la televisión y las redes sociales se inundaron de noticias, muchas de ellas falsas, donde los inmigrantes venezolanos son retratados como sujetos peligrosos, criminales o personas que quitan el trabajo a los peruanos. Se alude a un cierto patriotismo donde el migrante, en situación vulnerable, se vuelve el responsable de todos los males.
Esta situación no quedó allí, sino que el impacto de este fenómeno migratorio, y la reacción de algunos sectores de la población, han generado también cambios en la forma de recibir a los inmigrantes. Los filtros por los que deben pasar se han modificado más de una vez. De ese modo, bajo la justificación de un mayor control para “nuestra seguridad”, pueden verse afectadas un gran número de familias, que aunque bien intencionadas, no cumplan con los requisitos.
A esta discriminación se la señala como xenofobia. Sin embargo, quienes se pronuncian en contra de los inmigrantes se justifican; y cuando son señalados como xenófobos, afirman velozmente que no lo son y sacan cuanta justificación puedan para hacernos pensar, como intentan hacerse pensar a sí mismos, que su pensamiento es racional y lógico. Sin embargo, es posible que aquellos que son señalados como xenófobos tengan también algo de razón.
La xenofobia es la fobia ante un grupo de personas basada solo en su lugar de procedencia. Desde ese punto de vista es plausible pensar que quien es acusado de xenófobo no se sienta aludido, ni sea un digno representante de la xenofobia. No solo porque intente presentar argumentos (muchas veces fallidos) sino, sobre todo, porque su problema no es con los venezolanos en general, sino solo con estos venezolanos que llegan desesperados día a día.
La palabra Aporofobia ingresó al diccionario de la Real Academia de la Lengua a fines del 2017. Según la web de la RAE es definida como “Fobia a las personas pobres o desfavorecidas”. Esta palabra fue acuñada por Adela Cortina y explorada en profundidad en su texto “Aporofobia, el rechazo al pobre: Un desafío para la democracia” publicado en el 2017.
Esta palabra nos permite entender mucho mejor la situación. Los venezolanos que están llegando día a día, más allá de los bienes que muchos pudieron tener, hoy se encuentran en situación de necesidad económica. Llegan a nuestro país en busca de mejoras pues donde vienen tienen dificultades para cumplir con sus necesidades básicas. En ese sentido son una población vulnerable. En este contexto, la discriminación no apunta al venezolano pudiente, sino, justamente hacia el que menos tiene, hacia el que llega a pie y trata, con lo poco que tiene, de salir adelante. Entonces cuando tu colega diga “no soy xenófobo pero…” a lo mejor tiene razón en parte; habrá que derivarlo al diccionario y decirle: No eres xenófobo, es verdad, eres aporófobo.
Lea el artículo publicado en el diario El Peruano el 25/09/18
Sobre el autor:
Miguel Flores Galindo
Jefe de la Oficina de Formación Humanista de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.