La biodiversidad es definida por el Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica como la variabilidad de organismos presentes en la tierra y los ecosistemas de los que forman parte. La biodiversidad tiene relación con varios factores que pueden influir sobre los servicios ecosistémicos como la acumulación de carbono de la atmosfera, lo cual contribuye a enfrentar el cambio climático.
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son consecuencias bidireccionales, por lo que toda actuación destinada a mitigar los impactos adversos del cambio climático requiere considerar acciones que permitan la conservación de la biodiversidad.
El sector empresarial tiene un rol determinante en la gestión de la biodiversidad como capital para su sostenibilidad y contribución en la lucha contra el cambio climático. Entre las acciones empresariales, se pueden mencionar las siguientes:
Desde los mecanismos de retribución por servicios ecosistémicos de secuestro y almacenamiento de carbono forestal hasta los Mecanismos de Desarrollo Limpio y las iniciativas REDD (reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y degradación de los bosques en los países en desarrollo) y REDD+ (conservación, gestión sostenible de los bosques y el aumento de las reservas forestales de carbono), como parte del mercado de carbono.
Con la declaración del Decenio de las Naciones Unidas sobre Restauración de Ecosistemas (2021 – 2030) surgen oportunidades para posicionar propuestas voluntarias de responsabilidad empresarial que permitan contribuir a mejorar la estructura, función y dinámica de los ecosistemas, así como a reducir los efectos climáticos, a partir del aumento de los reservorios y sumideros de carbono.
Los sistemas de gestión ambiental de las empresas pueden incluir desde mecanismos para reducir el consumo de recursos naturales y modelos de economía circular hasta certificaciones forestales para el caso de madera y sellos ecológicos para otros rubros.
Las empresas pueden integrar los ecosistemas y la biodiversidad con las construcciones de su planta física para reducir los efectos de la fragmentación de hábitat y contribuir en la lucha contra el cambio climático. Es posible planificar, diseñar y gestionar desde corredores ecológicos hasta techos verdes.
Las empresas pueden reportar sus indicadores para audiencias internas o externas de escala nacional o internacional mediante los diversos sistemas de difusión ambiental disponibles en la actualidad. Entre los indicadores más usados se encuentran las emisiones directas e indirectas de gases de efecto invernadero y la superficie de áreas protegidas o restauradas.
Por otra parte, durante la emergencia sanitaria provocada por la COVID-19, se ha incrementado la divulgación de investigaciones que demuestran la relación existente entre la pérdida de biodiversidad y la variabilidad del clima con el origen y la propagación de enfermedades infecciosas. En tal sentido, la gestión sostenible de la biodiversidad debe ocupar una posición central en las medidas para enfrentar el cambio climático y reducir las probabilidades de futuras pandemias.
Para el establecimiento de medidas vinculadas con biodiversidad y cambio climático, resulta necesario contemplar una visión de largo plazo en los procesos de planificación, considerar una escala espacial que supere los limites del área de influencia de las empresas, integrar a todos los actores sociales y articular los compromisos internacionales e instrumentos de gestión nacional, regional, local y empresarial.
Artículo publicado en la edición 117 de la Revista Stakeholders
Sobre el autor:
Daniel Guitian
Docente de la Carrera Profesional de Economía y Gestión Ambiental de la Universidad Antonio Ruíz de Montoya.