“Hay algo que quizás ayude a explicar esta deriva de inmoralidad, que hace que se pierdan unos 50 mil millones de dólares en la Unión Europea y otros tantos miles de millones en América Latina”.
El mundo nunca ha sido un lugar justo, un paraíso de equidad capaz de conmover a Dios o a los hombres y mujeres más nobles que en este planeta han crecido. Pero lo que ha revelado la magna investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) es ya de una magnitud desoladora, capaz de indignar hasta a los espíritus más apacibles.
La investigación denominada Pandora Papers, o Papeles de Pandora, ha confirmado, solo que con cifras precisas y casi incontestables, lo que ya intuíamos: que en este valle de lágrimas, a veces divertido, existe un grupo de individuos (cerca de 30 mil según el ICIJ) que ocultan sus gordas finanzas en sigilosos paraísos fiscales, y que en algunos casos gozan de poder político.
Desde el divo Luis Miguel hasta el presidente Sebastián Piñera, pasando por el rey Abdalá II de Jordania y nuestro crédito nacional Pedro Pablo Kuczynski, estos señores, señoras y señoritas habrían decidido poner sus fortunas en Panamá, las Islas Vírgenes, Andorra y otros territorios. Donde la lupa fiscal es pequeña o prácticamente no existe, a fin de evadir o eludir impuestos.
Piñera, por ejemplo, habría hecho una transacción oculta en una de esas extrañas zonas liberadas por 152 millones de dólares, para venderle a un amigo su participación en un proyecto denominado Minera Dominga. Ocurre que, para que ese proyecto de extracción de hierro y cobre funcione, tenía que evitarse que el lugar donde está fuese declarado reserva ambiental.
Tal declaración no llegó, por supuesto, para furia de organizaciones ecologistas y de los indefensos pingüinos de la vecina Reserva Nacional de Pingüinos de Humboldt (región de Coquimbo). El caso del rey de Jordania es, a la vez, asombroso: al revelarse que tenía dinero en esos paraísos, sus representantes dijeron que la ley no lo obligaba a pagar impuestos en su país.
Hay algo que quizás ayude a explicar esta deriva de inmoralidad, que hace que se pierdan unos 50 mil millones de dólares en la Unión Europea y otros tantos miles de millones en América Latina: una cruda insensibilidad social y política, una disposición –acaso campante– de ignorar la situación de los otros, de esos por quienes a veces algunos de los implicados claman furiosamente.
Piñera es el mandatario que, ante las masivas protestas en Chile del 2019, pidió perdón por “la falta de visión” y anunció varias reformas sociales. Abdalá II gobierna un país con mucha pobreza y habla públicamente de “transparencia y responsabilidad”. Guillermo Lasso, el actual presidente de Ecuador, prometió acabar con la corrupción del régimen de Rafael Correa.
Todos ellos están en este controvertido club, que al saltarse sagazmente el pago de impuestos rebanan la posibilidad de que los Estados brinden algunos recursos a los más desheredados de nuestro mundo, a esos que nunca conocerán paraísos ni privilegios. El ejemplo clásico es que con el dinero se construirían hospitales, aunque la verdadera historia de Pandora da otra pista.
Ella, en la mitología griega, era una mujer que poseía una caja (en realidad un recipiente), la cual los dioses del Olimpo le prohíben abrir. Cuando finalmente lo hace, salen todos los males humanos, entre ellos el hambre, las enfermedades y la codicia, eso que se respira cuando se leen las páginas de esta investigación. Sin embargo, en el fondo queda sola la esperanza…
De allí viene el famoso dicho “la esperanza es lo último que se pierde”. Esta historia terrible parece querer ahogar incluso a la esperanza. Pero quizás los periodistas que hicieron la revelación la mantienen viva, y también la levantan los ciudadanos que, cada día, luchan por sobrevivir, a pesar de que nunca conocerán ni las Islas Vírgenes ni el pecado financiero original.
Artículo publicado en el diario La República 15/10/2021
Sobre el autor:
Ramiro Escobar
Docente de Relaciones Internacionales de la carrera de Ciencia Política (CIPO) de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya