En el ejercicio de la educación, a los buenos maestros se les conoce en la práctica, solo la experiencia y la formación continua convierte al titulado en una buena maestra o maestro y con ello merecedor de un nombramiento.
El 13 de noviembre 283,000 educadores rendirán la Prueba Única Nacional (PUN) con la ilusión de conseguir el nombramiento en la carrera pública magisterial, los que logren el puntaje ingresarán a la primera escala ganando S/.2400 soles, un ingreso bastante modesto para un profesional. Según los datos del MINEDU, en el 2019 sólo 7,5% alcanzó el puntaje esperado con lo cual estamos muy lejos de asegurar el desarrollo docente y mejorar la calidad de la educación.
Desde una lógica meritocrática los profesionales mejor calificados son los que deben incorporarse a las filas de los servidores públicos y eso no está en cuestión. Lo que resulta cuestionable a mi juicio es que sean los resultados de una prueba los que definan la incorporación de un profesional que asumirá la educación de las niñas, niños y jóvenes considerando que estas exigencias no son las mismas para otros profesionales que quieran laborar en el Estado, para quiénes bastará acreditar sus estudios y experiencia profesional ¿Por qué el filtro para los profesionales de la educación? En el fondo predomina una baja valoración de la carrera de educación y aun se considera que es una profesión de nivel inferior a otras, por otro lado, se les responsabiliza enteramente de los bajos niveles educativos de los estudiantes peruanos según las pruebas nacionales e internacionales y se espera que se cumpla la fórmula: con mejores docentes los estudiantes rendirán más. Bien sabemos que hay muchos factores que contribuyen al rendimiento escolar, el factor docente es uno de ellos, pero no el único.
Rendir y aprobar la PUN de 90 preguntas: 25 preguntas de Comprensión Lectora, 25 de Razonamiento Lógico y 40 preguntas de Conocimientos Pedagógicos de la Especialidad en un plazo de 4 horas y media como máximo, no asegura el reclutamiento de los mejores profesionales, porque en el ejercicio de la educación, a los buenos maestros se les conoce en la práctica, por lo tanto mientras los títulos validan el tránsito por su formación de inicio, solo la experiencia y la formación continua convierte al titulado en una buena maestra o maestro y con ello merecedor de un nombramiento. Por otro lado, la formación profesional en carreras de educación no puede orientarse únicamente a la docencia, los educadores podrían desempeñarse en muchas áreas de la gestión pública y privada para lo cual las universidades y pedagógicos bien podrían diversificar sus planes de estudio.
La implementación de un sistema de evaluación semestral por parte de los estudiantes podría ser el mecanismo para el nombramiento en el puesto, esa sería la evaluación más justa porque son las y los estudiantes quienes reconocen a los docentes preparados, responsables, respetuosos, creativos y cariñosos. Para las ratificaciones anuales las y los docentes podrían ser evaluados por una comisión conformada por directores, representantes estudiantiles y de las madres y padres de familia, que tomen la decisión en base a los resultados de la evaluación de estudiantes y la acreditación de sus estudios de actualización en su especialidad.
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Sobre el autor:
Rossana Mendoza Zapata
Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya